Un diácono, condenado a dos años por vender falsos indultos

La Audiencia castiga también con la inhabilitación al religioso del obispado de Vic para evitar que reincida

"No hay duda para este tribunal de que el acusado engañó a los internos prometiéndoles lo que sabía que no podía conseguir a cambio de dinero", considera la Audiencia Provincial de Barcelona. La sección octava se refiere a un diácono del obispado de Vic (Osona), Jaime B. García, al que condena a dos años de cárcel por ofrecer falsos indultos y permisos a presos a cambio de dinero. La fiscalía pedía ocho años de prisión.

El tribunal le castiga por estafar a la familia de Jaime Navarro, a la que exigió 30.000 euros a cambio de conseguir su libertad, "afirmando falazmente que contaba con i...

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"No hay duda para este tribunal de que el acusado engañó a los internos prometiéndoles lo que sabía que no podía conseguir a cambio de dinero", considera la Audiencia Provincial de Barcelona. La sección octava se refiere a un diácono del obispado de Vic (Osona), Jaime B. García, al que condena a dos años de cárcel por ofrecer falsos indultos y permisos a presos a cambio de dinero. La fiscalía pedía ocho años de prisión.

El tribunal le castiga por estafar a la familia de Jaime Navarro, a la que exigió 30.000 euros a cambio de conseguir su libertad, "afirmando falazmente que contaba con influencias muy importantes", sostiene la sentencia. El diácono, además, deberá indemnizarles con la misma cantidad que les timó, y no podrá ejercer su cargo durante el tiempo de condena para "evitar que puedan repetirse hechos como el de autos".

La Audiencia le absuelve de la estafa a otro preso porque considera que el delito, ocurrido en 2004, ha prescrito. Durante el juicio, otras dos personas aseguraron que habían recibido ofertas de indulto del diácono a cambio de 80.000 euros. Ellos le delataron a la dirección de la prisión.

García acudía a las cárceles catalanas como subdelegado de la delegación de la pastoral penitenciaria del obispado. La Audiencia no ha creído su versión, según la cual solo hablaba con los presos "en general, nada de traspasos o indultos". También repitió en el juicio que no trataba con los reclusos a solas, "solo si alguien se quería confesar", sacramento que solo puede administrar un sacerdote y no un diácono.

La sentencia refrenda el relato que en su día hizo Navarro ante el juez. Contó que en 2007 el diácono "le ofreció cambiar de centro penitenciario, a Quatre Camins, trabajar en el economato de dicha prisión y que a los seis meses ya estaría en la calle disfrutando de permisos de salida". Pero eso valía dinero. Por eso pidió 25.000 euros a su padre y exigió después 5.000 más a su hermana. El hombre sigue en prisión.

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