Columna

Aguas

Es estimulante comprobar que aún el periodismo puede agitar la jornada si apela al debate y la disensión como armas. Sucedió con la descarga que el lunes este periódico le dedicó a Zapatero en el editorial y la opinión del presidente del grupo, donde se le urgía a cerrar ciclo y convocar elecciones sin dilación. A juzgar por la recepción fue un tanto periodístico, por una vez no basado en fotos chocantes ni rumores perversos.

En estos días elogiamos el esfuerzo de The Guardian por desvelar la disciplina ilegal que el grupo Murdoch impuso en sus medios. Los perros amarillos, retra...

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Es estimulante comprobar que aún el periodismo puede agitar la jornada si apela al debate y la disensión como armas. Sucedió con la descarga que el lunes este periódico le dedicó a Zapatero en el editorial y la opinión del presidente del grupo, donde se le urgía a cerrar ciclo y convocar elecciones sin dilación. A juzgar por la recepción fue un tanto periodístico, por una vez no basado en fotos chocantes ni rumores perversos.

En estos días elogiamos el esfuerzo de The Guardian por desvelar la disciplina ilegal que el grupo Murdoch impuso en sus medios. Los perros amarillos, retratados por Martin Amis en una novela donde el director de un tabloide se refería siempre a sus lectores como "esa chusma", tenían por costumbre humillar y mofarse del periodismo responsable. Como pasa en televisión, llamar aburrido a lo serio y moderado sirve para imponer el desprecio. Esta batalla puede tener algo de reparación, aunque los medios españoles no se dan por aludidos y no abandonarán la deriva amarilla ni la apuesta por la mesa camilla.

La andanada de Cebrián contra Zapatero suena a capítulo final de una ausencia de química. Es dudoso el argumento de que los movimientos de protesta del 15-M desautorizan la permanencia en el poder de Zapatero. Si algo indigna a la cara más visible de ese movimiento es la alternancia automatizada entre partidos, la propuesta sibilino-conservadora de Rajoy y, mucho me temo, la gestión de los medios de comunicación de manera idéntica a los grandes barcos económicos que estos años hacen agua por su línea de flotación.

En tiempos de Zapatero los medios afines al progresismo se zarandearon por asuntos particulares. El resultado es que EL PAÍS le invita a largarse y La Sexta, ya vendida Cuatro a Berlusconi, muestra poco músculo para aguantar la matraca de los medios conservadores, muy embravecidos. Basta comprobar que su segundo canal se dedica exclusivamente a la fotonovela y en el primero, salvo los tres informativos puntuales, hay toda una maraña de productos enlatados de saldo norteamericano, fútbol de pretemporada y un solo programa de fabricación nacional: Verano directo, con la estupenda Cristina Villanueva al timón. Uno diría que Zapatero ha naufragado en las aguas mediáticas más cercanas a su costa.

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