Análisis:ANÁLISIS

Dos sensibilidades en busca de espacio

Antes de realizar esta exposición me gustaría dejar sentadas dos premisas. En primer lugar, quiero decir que hacer un repaso del mapa político tras unas elecciones, sacar unas conclusiones y proyectarlas a futuro, puede parecer un análisis más o menos crítico, más o menos objetivo, pero, en realidad, es más un ejercicio de ficción pues la evolución de la situación política depende de tantos factores que es difícil establecer unas previsiones verdaderamente fiables por muy sesudo que sea el análisis

Por otro lado, me gustaría decir que los politólogos estudian lo que llaman sistemas de p...

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Antes de realizar esta exposición me gustaría dejar sentadas dos premisas. En primer lugar, quiero decir que hacer un repaso del mapa político tras unas elecciones, sacar unas conclusiones y proyectarlas a futuro, puede parecer un análisis más o menos crítico, más o menos objetivo, pero, en realidad, es más un ejercicio de ficción pues la evolución de la situación política depende de tantos factores que es difícil establecer unas previsiones verdaderamente fiables por muy sesudo que sea el análisis

Por otro lado, me gustaría decir que los politólogos estudian lo que llaman sistemas de partidos. En el Reino de España la ciencia política ha llegado a admitir que no puede hablarse de un único sistema de partidos, sino de tres. El primero de ellos, el más extendido, es un sistema que denominan de bipartidismo imperfecto en el que existen un partido de centro derecha, un partido de derecha extrema y un residuo de lo que fue una histórica fuerza de izquierdas que hoy se ha diluido de tanto buscar nuevas soluciones, nuevas vías y sucesivas refundaciones. En Cataluña existe otro sistema distinto y en Euskadi, otro. Centrándonos en éste, se define desde la doctrina jurídico-política como de pluripartidista imperfecto, y se dice imperfecto por la hegemonía institucional que en estos últimos treinta años ha ejercido y disfrutado el PNV.

El PSE, a redescubrir su tradición izquierdista de arraigo en este país
Parece difícil que el PNV recupere el papel de centralidad frente a Bildu

¿Es posible decir que las elecciones del 22 de Mayo han augurado un nuevo sistema de partidos en Euskadi? Personalmente creo que no, y ello porque los comicios uno tras otro, arrojan una fotografía francamente variable, basta ver que la conformación del Parlamento vasco no responde para nada a la realidad que resulta de los últimos comicios. El Partido Nacionalista Vasco no resultaría hegemónico, la izquierda irrumpiría con gran fuerza, el Partido Socialista y el PP de ningún modo lograrían conformar una mayoría, y Aralar, Ezker Batua y UPyD desaparecerían.

Por lo tanto, si queremos hacer un análisis del espectro político, es más fácil acudir a los espacios que a la clásica clasificación de sistemas de partidos. La división del espectro en espacios ofrece un carácter mucho más permanente. Tales espacios cambian en el tiempo pero mucho más lentamente que los partidos y las fotos que resultan de cada proceso electoral. Lo que sí varía en cada comicio es qué partidos son capaces de ocupar cada uno de estos espacios y por tanto aumenten su clientela electoral.

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Ha sido tradicional la distinción en la política vasca de dos grandes espacios: simplificando , el constitucionalismo y el abertzalismo. En estos dos espacios conviven las sensibilidades de izquierda y de derecha generando ámbitos distintos dentro de los espacios.

Hemos oído en muchas ocasiones cómo fuerzas políticas reivindican espacios nuevos y distintos como objetivo electoral que en ocasiones se rebelan exitosos, pero normalmente a corto plazo; así podemos recordar experimentos como Unión Alavesa o el crecimiento de fuerzas con Ezker Batua que reivindicaban lo que daban en llamar el tercer espacio entre constitucionalismo y abertzalismo.

Sentadas estas dos consideraciones, y desde estos planteamientos, podemos hacer un esfuerzo para analizar los resultados del 22 de mayo y proyectarlos a futuro. El crecimiento de Bildu, sobre todo en Guipúzcoa, responde, desde mi modesto entender, a que ha sido capaz de trascender a su espacio natural que es la izquierda nacionalista, y avanzar en el campo de la izquierda no nacionalista, (proceso al que no ha sido ajena la inclusión de Alternatiba), quizá porque ha presentado un programa trasformador y distinto del resto de fuerzas. Siguiendo en este mismo espacio debemos hacer una breve mención a Aralar. Los magros resultados de este partido se deben más al crecimiento de Bildu que a una merma significativa de votos, pero no debe olvidarse que su estrategia de báculo del PNV frente a una coalición españolista, olvidando sus esencias verdaderamente izquierdistas, también le ha hecho daño.

El Partido Nacionalista Vasco ha visto cómo en Guipúzcoa su papel de articulación del nacionalismo ha sido desbordado por un nuevo espectro de voto. Los planteamientos izquierdistas han conseguido permeabilizarse en las clases medias urbanas; prueba de ello es el resultado de San Sebastian.

Por último, el PSE ha obtenido unos resultados casi catastróficos, de ser primera fuerza en Guipúzcoa ha pasado a ser tercera y a gran distancia de la primera. La verdad es que parece difícil de explicar a los votantes tradicionales del Partido Socialista cómo este partido se ha convertido en el garante de las más rancias esencias españolistas, olvidando su tradición federalista y, por tanto, respetuosa con el soberanismo. Su alianza con la derecha, (se da la circunstancia de que lo que es extremo del Ebro para abajo, aquí tiene un talante distinto, hoy) tampoco es fácil de asimilar para su tradicional votante.

Examinado lo anterior voy a aventurarme a proyectar las siguientes conclusiones. En primer lugar, la penetración en espacios distintos de la izquierda no parece que a corto plazo vaya a sufrir una reducción sustantiva si no hay un cambio sustancial de las circunstancias. El Partido Socialista debe redescubrir su tradición izquierdista y de arraigo en este país, retomar la iniciativa en el proceso de pacificación y normalización, sin que para ello deba buscar fuera lo que tiene en casa. De esta manera podrá volver a aspirar a recuperar el voto de clase media urbana que ha perdido y que pertenecía a su tradicional electorado.

Por último, el PNV no ha sufrido un bajón de votos que haga necesario un replanteamiento, o si fuera necesario, es difícil discernir qué dirección seguir y por tanto, parece difícil a corto plazo recuperar el papel de centralidad frente a Bildu.

Para no ser tramposo tengo que reconocer que ha habido dos circunstancias que por sí mismas pueden ser capaces de alterar el espacio electoral: La crisis económica y la sentencia de la sala número 61 del Tribunal Supremo y la consiguiente del Tribunal Constitucional.

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