Crítica:

El cortometrajista Jeunet

En 1991, tras una década de cortos sensacionales, el francés Jean-Pierre Jeunet daba por fin el salto al largo con la inclasificable Delicatessen, cuento de horror cárnico con aire de tebeo macabro y jocoso, que acabó encumbrándole. Desde entonces, Jeunet se ha prodigado poco hasta esta Micmacs que hoy se estrena en España con dos temporadas de retraso. Una filmografía donde a pesar de narrar en diversas claves (el cuento gótico en La ciudad de los niños perdidos; el terror de autor en Alien: resurrección; la fábula cotidiana en Amélie; el melodrama bélico en...

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En 1991, tras una década de cortos sensacionales, el francés Jean-Pierre Jeunet daba por fin el salto al largo con la inclasificable Delicatessen, cuento de horror cárnico con aire de tebeo macabro y jocoso, que acabó encumbrándole. Desde entonces, Jeunet se ha prodigado poco hasta esta Micmacs que hoy se estrena en España con dos temporadas de retraso. Una filmografía donde a pesar de narrar en diversas claves (el cuento gótico en La ciudad de los niños perdidos; el terror de autor en Alien: resurrección; la fábula cotidiana en Amélie; el melodrama bélico en Largo domingo de noviazgo), no solo mantienen un personalísimo sello y una innata creatividad, sino también, y por desgracia, una manifiesta incapacidad para dotar a sus películas de un andamiaje narrativo de obra mayor que las aleje de la suma más o menos constante de brillantes ocurrencias.

MICMACS

Dirección: Jean-Pierre Jeunet. Intérpretes: Danny Boon, André Dussollier, Yolande Moreau, Nicolas Marié, Dominique Pinon.

Género: comedia. Francia, 2009.

Duración: 105 minutos.

Con Micmacs, comedia circense con la mirada puesta en una denuncia social con más moralina e impudicia de la debida, Jeunet regresa al universo de Delicatessen, a su estrambote, a sus primerísimos planos con ojo de pez, a su ingenioso montaje, a su tendencia hacia al slapstick barroco. Una obra en la que continúan esos socavones narrativos en los que suele caer su cine, y en la que el carácter inaudito ha perdido impacto. Quedan, eso sí, sus maravillosas píldoras, lo que hace que de nuevo nos preguntemos si Jeunet no es más que un maravilloso cortometrajista al que las distancias largas se le atragantan.

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