El primer Patio Maravillas estrena alma y habitantes

El antiguo centro autogestionado recoge las actividades de una parroquia

El edificio que acogiera por primera vez y diera nombre al colectivo okupa Patio Maravillas (actualmente en la calle del Pez, 21), reabre sus puertas un año después del desalojo de enero de 2010. Los voluntarios y los más de 300 usuarios de las actividades sociales de la parroquia Santiago el Mayor, cerrada por reformas, se han trasladado temporalmente a esta nueva ubicación "por un alquiler simbólico y hasta que finalicen las obras de rehabilitación", afirma Charo Perandones, una de las voluntarias.

El inmueble de la calle del Acuerdo, 8, propiedad del constructor Leopoldo Arnai...

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El edificio que acogiera por primera vez y diera nombre al colectivo okupa Patio Maravillas (actualmente en la calle del Pez, 21), reabre sus puertas un año después del desalojo de enero de 2010. Los voluntarios y los más de 300 usuarios de las actividades sociales de la parroquia Santiago el Mayor, cerrada por reformas, se han trasladado temporalmente a esta nueva ubicación "por un alquiler simbólico y hasta que finalicen las obras de rehabilitación", afirma Charo Perandones, una de las voluntarias.

El inmueble de la calle del Acuerdo, 8, propiedad del constructor Leopoldo Arnaiz desde el año 2000, albergó el germen okupa más famoso del barrio de Malasaña cuando el 7 de julio de 2007 un grupo de jóvenes se instaló en este colegio y residencia universitaria abandonada.

Los nuevos inquilinos han pagado las obras de acondicionamiento

Desde el pasado mes de enero, el eco de las voces resuena de nuevo, los trípticos se solapan en el tablón y los vecinos se acercan atraídos por el movimiento.

El proceso de realquiler del inmueble, calificado como dotacional, fue "muy rápido", asegura Perandones, quien matiza que las obras de acondicionamiento han corrido a cargo de la parroquia. "Pintar, reparar puertas y ventanas, impermeabilizar las terrazas", enumera la voluntaria. "Todas las paredes estaban llenas de pintadas, pero lo más costoso fue retirar la basura que llegaba hasta el primer piso".

La voluntaria rechaza censurar a los okupas: "Era otro estilo, pero también hacían cosas para el barrio". Con los nuevos inquilinos no solo el edificio ha vuelto a abrir; la virgen ha regresado al altar del que salió hace más de 15 años cuando, tras el cierre del colegio, fue donada a la parroquia.

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La voluntaria Charo Perandones, en una de las plantas no acondicionadas del inmueble.SAMUEL SÁNCHEZ

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