Análisis:EL ACENTO

La resurrección de Torrente

Bien mirado, la franquicia Torrente es como una prueba de resistencia de la cultura de masas. En 1998, Santiago Segura recogió la mugre residual del franquismo y fabricó Torrente, el brazo tonto de la ley, un producto en forma de comedia soez que excavaba en la veta inagotable del miserabilismo grasiento de la sociedad. En 2001, Torrente, misión en Marbella explotaba

de refilón los daños causados por la corrupción, pero el corpus estético seguía siendo el humor marrón. En 2005 los chistes sicalípticos se colgaban de la percha del terrorismo ...

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Bien mirado, la franquicia Torrente es como una prueba de resistencia de la cultura de masas. En 1998, Santiago Segura recogió la mugre residual del franquismo y fabricó Torrente, el brazo tonto de la ley, un producto en forma de comedia soez que excavaba en la veta inagotable del miserabilismo grasiento de la sociedad. En 2001, Torrente, misión en Marbella explotaba

de refilón los daños causados por la corrupción, pero el corpus estético seguía siendo el humor marrón. En 2005 los chistes sicalípticos se colgaban de la percha del terrorismo (Torrente, el protector). En Torrente 4: Lethal crisis, Segura explota el rostro operado de la telebasura con un guion lleno de costurones de silicona. No falta ni una sola de las caras chillonas de los programas del corazón. Por la cuarta de Torrente desfilan chamullando el castellano Belén Esteban, Paquirrín, María Patiño, la nieta del Caudillo, una actriz de porno casero

de nombre prescindible, Carmen de Mairena o uno cualquiera de los Matamoros. Ojo, también aparecen cómicos de fuste y actores con oficio. Pero no marcan el tono.

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Torrente 4 ha suscitado un debate angélico. Como en el primer fin de semana ha liquidado la crisis del cine español (convocó a 1.100.000 espectadores

y recaudó 8,3 millones de euros), los exquisitos fruncen el ceño. Es terrible, arguyen, que el cine español gane cuota de mercado con una película que desparrama un humor propio con mucho caca-culo-pedo-pis y ventosidades de burdel.

Pues sí, Torrente 4 ha tocado el fondo del pozo escatológico. Pero ella solita ha elevado la cuota del cine español desde un mísero 10% hasta casi el 60%. Las películas españolas perdieron en 2010 nada menos que 6,7 millones de espectadores respecto a 2009. ¿Quién es responsable de este crash? ¿Los espectadores que ven Torrente? Seguramente hay una estructura industrial que puede reanimar el cine español sin recurrir al pozo escatológico del amiguete Segura, una estructura capaz de financiar con regularidad películas como La caja 507, Balada triste de trompeta

o Celda 211.

Mientras, una industria sumergida hoy por hoy en mil problemas espera a quien quiera o sepa ponerla en pie.

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