Fotonoticia:

La silla vacía del cantaor

Este escenario del Colegio Mayor San Juan Evangelista, que ayer lucía simbólicamente vacío, lo ocupó muchas noches el cantaor granadino Enrique Morente. Allí actuó, por ejemplo, el 20 de diciembre de 1973, el día en que asesinaron a Carrero Blanco. Cuentan que Morente se arrancó por fandangos y cantó Pa' ese coche fúnebre no me quito yo el sombrero, guiño que pagó con una noche en el calabozo. Eran otros tiempos, pero ya la huella del cantaor comenzaba a notarse en Madrid, ciudad a la que llegó en los años sesenta. Aquí conoció a su esposa, Aurora Carbonell, y cultivó un grupo de amigos...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Este escenario del Colegio Mayor San Juan Evangelista, que ayer lucía simbólicamente vacío, lo ocupó muchas noches el cantaor granadino Enrique Morente. Allí actuó, por ejemplo, el 20 de diciembre de 1973, el día en que asesinaron a Carrero Blanco. Cuentan que Morente se arrancó por fandangos y cantó Pa' ese coche fúnebre no me quito yo el sombrero, guiño que pagó con una noche en el calabozo. Eran otros tiempos, pero ya la huella del cantaor comenzaba a notarse en Madrid, ciudad a la que llegó en los años sesenta. Aquí conoció a su esposa, Aurora Carbonell, y cultivó un grupo de amigos que ayer, tras conocer la desgraciada noticia de su muerte, rememoraban para este periódico sus lugares predilectos de Madrid. Tablaos, tabernas y museos de un lugar del que dijo: "No hay una ciudad con más arte".

Más información
CARLOS ROSILLO
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Archivado En