Columna

Berlanguiano

Me habría gustado hablar del último programa de Salvados, donde El Follonero analizaba la tregua de ETA con un rigor periodístico que para sí quisieran las principales cabeceras de este país, pero esta mañana, cuando me disponía a escribir esta columna, he abierto el Facebook y he visto que Berlanga ha muerto.

Y soy consciente de que este ejemplar del periódico irá bien cargado de artículos e información acerca del mejor director que ha tenido la comedia española, pero es una noticia que lo empantana todo. En Facebook es un episodio más del recopilatorio de esquelas en el que se ...

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Me habría gustado hablar del último programa de Salvados, donde El Follonero analizaba la tregua de ETA con un rigor periodístico que para sí quisieran las principales cabeceras de este país, pero esta mañana, cuando me disponía a escribir esta columna, he abierto el Facebook y he visto que Berlanga ha muerto.

Y soy consciente de que este ejemplar del periódico irá bien cargado de artículos e información acerca del mejor director que ha tenido la comedia española, pero es una noticia que lo empantana todo. En Facebook es un episodio más del recopilatorio de esquelas en el que se ha convertido la red social más popular del mundo. Es increíble que con la tecnología más avanzada lleguemos a lo más primitivo: Facebook parece una relación de esquelas, como un tablón de la plaza del pueblo donde se anuncian los fallecimientos. Si tienes suerte, no te mueres un día en el que se ha muerto un famoso más famoso y te eclipsa. Siempre pienso en Farrah Fawcett, cuya desaparición pasó casi inadvertida por la muerte de Michael Jackson.

Pero, claro, con Berlanga me pasa algo diferente. Es como enterarte de que alguien cercano, casi de tu familia, ha fallecido. Aunque he de reconocer que también ha influido en el cambio de tema lo que me dijo mi padre cuando leyó la columna de hace dos semanas: "Prefiero los artículos donde no hablas de política. Son más entretenidos". Pues eso, hago caso a mi padre y, de paso, dejo algunas palabras acerca de Berlanga.

En un país donde parece que nos cuesta especialmente admirar a nuestros paisanos -no es un tópico, es una realidad como un piano-, poder hablar maravillas de un creador excepcional es una suerte, aunque el motivo sea su desaparición. Ojalá hubiera hablado de Berlanga antes, sin ninguna razón concreta. Eso me hace pensar en los tipos a los que admiro y que me dan esperanzas sobre el futuro creativo de nuestro país. Pienso en el periodista Enric González, en el dibujante Paco Alcázar, en el polivante Joaquín Reyes y sus polifacéticos compañeros, en los muchos directores de cine jóvenes de aquí a quienes admiro,...

Berlanga fue anterior a todos ellos, pero probablemente es el más moderno. Por eso quizás no tiene herederos claros en el cine español. ¿Para qué vas a hacer una película como las de Berlanga si te van a salir peor y más torpes? Siempre que los comediantes hablamos de influencias, ahí está Berlanga, pero imitarle es como intentar batir un récord Guiness. No lo intentas, porque podrías salir escaldado. Berlanga es la mayor influencia que ha tenido el cine en España y la más inocua, porque crea tanto respeto en sus seguidores que ir tras sus pasos es sinónimo de sacrilegio. ¿Para qué vas a hacer un remedo de El verdugo cuando es mil veces mejor ponerte el DVD en casa y verla? Es tontería.

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