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La izquierda es la nueva derecha. Y no lo digo por la política económica del gobierno socialista en tiempos de crisis sino porque el puritanismo, la moralina y la censura habían sido históricamente patrimonio de ideologías conservadoras y ahora es la progresía la que puja por su patente.

He pensado algo (no mucho, tengo cosas mejores que hacer que meditar sobre la "izquierda-canapé") acerca del tema cuando he leído una entrada en el blog de Nacho Vigalondo alojado en elpais.com. Nacho publica un vídeo extraído del magacín matinal de Cuatro conducido por Concha García Campoy. Ésta y los ...

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La izquierda es la nueva derecha. Y no lo digo por la política económica del gobierno socialista en tiempos de crisis sino porque el puritanismo, la moralina y la censura habían sido históricamente patrimonio de ideologías conservadoras y ahora es la progresía la que puja por su patente.

He pensado algo (no mucho, tengo cosas mejores que hacer que meditar sobre la "izquierda-canapé") acerca del tema cuando he leído una entrada en el blog de Nacho Vigalondo alojado en elpais.com. Nacho publica un vídeo extraído del magacín matinal de Cuatro conducido por Concha García Campoy. Ésta y los tertulianos del programa denuncian la exhibición de una película ultraviolenta en el Festival de Sitges. No voy a entrar en el análisis que la presentadora y sus colaboradores hacen sin haber visto la película ni tener en cuenta que se trata de una obra de ficción. Me llama mucho más la atención como todos empiezan sus argumentaciones con la misma fórmula: "Yo no soy ningún pacato pero...". Podrían decir esto o "yo corrí delante de los grises pero...", "yo me fui a ver a Perpignan El último tango en París pero... ", "yo no soy un facha de Intereconomía pero...". Parecen pensar que si preceden su afirmación paternalista y censuradora con una expresión así tienen un salvoconducto para no ser considerados unos carcas de tomo y lomo.

El sentimiento de culpa de quienes quisieron cambiar el mundo y se adaptaron a él da pie a este tipo de complejo. La "culpa burguesa" es la materia prima de muchas películas o medios de comunicación de nuestro país. En su cómic Yo, Juanjo Sáez contaba que una viñeta suya en El Periodico de Catalunya fue denunciada a la dirección del diario por el cantautor Raimon (una tira cómica muy buena pero bastante inofensiva, por cierto).

Tiempo después Sáez veía en la tele un documental sobre la Nova Cançó donde Raimon narraba sus problemas con la censura franquista. Tras comprobar que un luchador contra la censura le censuraba a él, el dibujante llega a la siguiente conclusión: "Nuestra generación no ha luchado contra nada y no nos hemos ganado esos privilegios de mierda. A veces, parece que nos tengan rabia por haber nacido en una época mejor...". Añade que la prensa todavía está dominada por el fantasma de la transición "y a nosotros nos chupa un huevo".

En los libros de literatura del cole leía cómo Unamuno pasó del comunismo a la derechona. Muchos periodistas que se autodenominan independientes y concienciados están haciendo el mismo tránsito pero sin descolgarse la medalla del progresismo. La gran diferencia es que no habrá corrección histórica de su trayectoria como con Unamuno, porque es muy poco probable que aparezcan en los libros de Historia.

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