Celebrando la salvación
Con sus gafas de sol, su gorro y su camiseta de la Motown, Mike Farris ofreció ayer toda una celebración musical, efervescente en sus intensos cantos de gospel y soul, aderezados con una puesta en escena de corte rock. Hiperexpresivo y entregado, el cantante de Nashville, portentoso vocalista, hizo enloquecer al respetable con un repertorio que fue puro músculo negro, engrasado con un trepidante órgano y un par de coristas de raza, las McCrary Sisters, capaces de declarar un fuego con sus cuerdas vocales.
Con la misma musculatura que en estudio, temas como ...
Con sus gafas de sol, su gorro y su camiseta de la Motown, Mike Farris ofreció ayer toda una celebración musical, efervescente en sus intensos cantos de gospel y soul, aderezados con una puesta en escena de corte rock. Hiperexpresivo y entregado, el cantante de Nashville, portentoso vocalista, hizo enloquecer al respetable con un repertorio que fue puro músculo negro, engrasado con un trepidante órgano y un par de coristas de raza, las McCrary Sisters, capaces de declarar un fuego con sus cuerdas vocales.
Con la misma musculatura que en estudio, temas como Sit down servant o la tradicional Oh Mary don't you weep adquirieron un tono más efusivo con sus prolongados juegos vocales entre Farris y las hermanas McCrary, mientras el termómetro se puso en rojo con las versiones Everybody needs somebody to love (Solomon Burke) o Jumpin' Jack Flash (Rolling Stones). Tras sus excesos con las drogas, dice Farris que ahora está "salvado" gracias al soul. Con lo ofrecido ayer, la buena música también.