Columna

La patata más grande del mundo

Mientras en Ortigueira descubrían que Galicia tenía la patata más grande del mundo, en la vieja Compostela Almodóvar desacralizaba un poco el Año Santo y traía una operación de cirugía (plástica y publicitaria) a la piel de esta Galicia reseca este verano de tanto incendio. Para lo bueno y para lo malo somos final de trayecto, tierra del crepúsculo y hay todavía turistas que se ahogan en las salvajes playas de Fisterra o del fin del mundo no sabemos bien si por romanticismo o por imprudencia.

Estuve en agosto paseando por Santiago y como siempre compré una tarta, comí calamares y a punt...

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Mientras en Ortigueira descubrían que Galicia tenía la patata más grande del mundo, en la vieja Compostela Almodóvar desacralizaba un poco el Año Santo y traía una operación de cirugía (plástica y publicitaria) a la piel de esta Galicia reseca este verano de tanto incendio. Para lo bueno y para lo malo somos final de trayecto, tierra del crepúsculo y hay todavía turistas que se ahogan en las salvajes playas de Fisterra o del fin del mundo no sabemos bien si por romanticismo o por imprudencia.

Estuve en agosto paseando por Santiago y como siempre compré una tarta, comí calamares y a punto estuve de comprarme un panamá en esa sombrerería que visito más, la verdad, que al santo Apóstol. También me bañé en las playas de As Cunchas (por cierto, dije que el tren de alta velocidad pasa por Leiro cuando lo hace por la parroquia de Isorna) y tenía el agua al cuello en Cabío cuando pude ver los aviones que trataban de dominar el fuego en O Barbanza.

El saludo de Feijóo a Mario Conde, vestido con capa, fue como una pesadilla grotesca

Verano de aviones apagaincendios que sirvió para que nuestro buen presidente emulara el tiempo de la manguera de Leroy Merlin y alabara el trabajo de todos en la extinción y recomendara silencio informativo para no dar más bidones de gasolina a los pirómanos. Bosé mientras tanto actuaba en Noia y por algunas fiestas del reino se debatía la utilización del playback en nuestras grandes figuras del pop.

La crónica rosa a la sombra de la parra me deparó también instantáneas de mucho abolengo como la visita del gigante Gasol con su novia a una pequeña aldea de la montaña lucense. En general se puede constatar que Galicia sigue siendo tierra de promisión para misses, cheerleaders o presentadoras de televisión que siguen los pasos de Julio Iglesias, que de pequeño veraneaba en O Morrazo.

Una pena en observación: mi padre batía en veinte días su récord de asistencia a entierros y funerales y por lo menos se desplazaba a seis de ellos entre San Xoán de Imo, San Xulián de Laíño y Santa Maria de Dodro. Está piel que habitamos empieza a estar vieja y reseca y la pirámide de población empieza a hincharse por el vértice como un palleiro mal arreglado .

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Pero de todas las estampas veraniegas recuerdo como una pesadilla grotesca una foto en la que nuestro bienamado presidente aparece saludando a Mario Conde que, vestido con capa, acaba de ser condecorado con la Enxebre Orde da Vieira, sociedad que, por lo visto, reside en Madrid y que anima un grupo de empresarios de la tierra. Me entristece que no haya habido ningún revuelo sobre esta extraña aberración en la que el presidente saluda a uno de los estafadores más grandes de la historia de España, por no decir el que más, y abraza su condición de gallego adoptivo ante las sonrisas burguesas y llenas de satisfacción de los cofrades, que supongo ya que estarán pensando en reparar el honor perdido de Franco, Armada o Charlín.

Ya digo que no conozco la Enxebre Orde da Vieira, pero si fuera Harry Potter volaría con mi escoba hasta la ceremonia y barrería con esta extraña sociedad que presume de convertir en caballeros a quienes han hecho magia de guante blanco con los ahorros de los demás y han logrado, pese a sus años de presidio, gran reconocimiento editorial, mediático y, por lo que se ve, patriótico. Para Orden me quedo con la del Fénix.

Pero congratulémonos de que sigamos siendo un potencia en piragua y en trainera, aunque a nuestras bellas y aguerridas remeras les hayan birlado un campeonato. Por lo demás, decir que he tenido un sueño otra vez de marmota: Lendoiro sigue ahí, nos visita el Papa y Paco Vázquez se niega a estrechar la mano del alcalde de A Coruña. El mundo, por lo demás, se va globalizando: a mi pequeña aldea de Tallós ha llegado ya la publicidad de Ikea. Hemos entrado definitivamente en la era del confort. El pescadero asegura que ese reflejo plateado es único de las xoubas de Rianxo, que no hay otro igual en el mundo.

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