Mark Knopfler agrada a sus seguidores con su folk tranquilo
9.000 personas llenaron el Multiusos do Sar de Santiago
Tardaron los organizadores en conectar el aire acondicionado en el Multiusos do Sar, de modo que las 9.000 personas que recibieron el miércoles pasadas las diez de la noche a Mark Knopfler tardaron unos minutos en empezar a respirar sin dificultad y aplaudir los punteos de guitarra del músico.
El escocés, uno de los platos fuertes del Xacobeo, arrancó con Border Reiver, la canción que abre su último disco, Get Lucky (2009). A Knopfler el rock ya no le cautiva tanto el espíritu como en los ochenta; sus últimos trabajos apuntan más al country, el folk o el blues. Ha cumplido...
Tardaron los organizadores en conectar el aire acondicionado en el Multiusos do Sar, de modo que las 9.000 personas que recibieron el miércoles pasadas las diez de la noche a Mark Knopfler tardaron unos minutos en empezar a respirar sin dificultad y aplaudir los punteos de guitarra del músico.
El escocés, uno de los platos fuertes del Xacobeo, arrancó con Border Reiver, la canción que abre su último disco, Get Lucky (2009). A Knopfler el rock ya no le cautiva tanto el espíritu como en los ochenta; sus últimos trabajos apuntan más al country, el folk o el blues. Ha cumplido los 60, la voz no siempre le alcanza y además está mal de la espalda y prefiere tocar sentado, pero su pericia a la guitarra permanece inalterada, y en ella se apoya: una pantalla al fondo del escenario proyectó la imagen de sus manos durante varios de sus solos.
El rock ya no le cautiva tanto el espíritu como en los ochenta
Con una banda de "maestros", como él mismo los describió, entre los que estaban sus compañeros en los Dire Straits Danny Cummings -batería- y Guy Fletcher -teclados-, Knopfler hizo un repaso de su repertorio como artista en solitario con Sailing to Philadelphia, Coyote o Done with Bonaparte. El público, con más cuarentones que treintañeros, escuchaba pacientemente y aplaudía agradecido a cada pausa, pero no se encendió hasta que el artista echó mano de su famoso dobro plateado y se arrancó con Romeo & Juliet, a la que siguió Sultans of Swing, grandes éxitos de los Straits.
Algo menos de dos horas duró el concierto, en el que los músicos tuvieron ocasión de hacer algún guiño a la audiencia, como cuando se aprestaron a acompañar los insistentes "oé oé" con las guitarras, una gracieta recurrente en sus conciertos en España. Tras Speedway to Nazareth y Telegraph road, la banda paró un minuto para brindar con un chupito (en vaso de plástico). Después, el himno Brothers in arms, para cerrar con Piper to the end entre aplausos.