Columna

Batasuna (in)creíble

Según los datos del último euskobarómetro, publicados hace unos días, dos de cada tres ciudadanos vascos perciben "poca o ninguna" voluntad democrática en el entorno de Batasuna. La misma encuesta señala que también ha aumentado el número de quienes creen en su desmarque de la violencia; pero con todo, es evidente que lo que prima es la incredulidad, que el proceso -si proceso hay- de "transformación" de la izquierda abertzale está muy lejos de resultarle creíble a la sociedad vasca, que la desconfianza le gana en este caso a la confianza por abrumadora mayoría, o por mucho más que una ...

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Según los datos del último euskobarómetro, publicados hace unos días, dos de cada tres ciudadanos vascos perciben "poca o ninguna" voluntad democrática en el entorno de Batasuna. La misma encuesta señala que también ha aumentado el número de quienes creen en su desmarque de la violencia; pero con todo, es evidente que lo que prima es la incredulidad, que el proceso -si proceso hay- de "transformación" de la izquierda abertzale está muy lejos de resultarle creíble a la sociedad vasca, que la desconfianza le gana en este caso a la confianza por abrumadora mayoría, o por mucho más que una mayoría absoluta.

En mi opinión, lo que estos resultados revelan es la necesidad de introducir en el debate sobre la izquierda abertzale y sus "procesos" un nuevo ingrediente, o mejor, un nuevo protagonismo. En el pasado y en esa parte del presente que aún está obligada a mirar hacia atrás, ese debate se ha centrado esencialmente en las relaciones de la izquierda abertzale con ETA y su entorno. Entiendo que a partir de ahora -sea cual sea el momento por el que esté pasando Batasuna- el debate va a adquirir otro rumbo; que de ahora en adelante ese debate va a tener como eje las relaciones de la izquierda abertzale con la sociedad vasca. Que el tema central va a ser precisamente la "cuestión de confianza" apuntada, la credibilidad que a la ciudadanía vasca le inspire el nuevo "activismo" de Batasuna, la asunción efectiva y exclusiva, por parte de ésta, de los principios fundamentales del juego democrático.

Que el camino hacia esa credibilidad va a ser largo lo están diciendo desde ahora mismo los resultados del último euskobarómetro. Que la confianza de la sociedad vasca, Batasuna va a tener que ganársela lo vaticinan no sólo esos mismos datos de encuesta, sino la propia naturaleza de la confianza que, de todos los sentimientos humanos es, sin duda, el más exigente, el que necesita más cimiento para elevarse, mejor alimento para mantenerse en pie. He utilizado la palabra cimiento para insistir en la idea de que la confianza es algo que se construye, que se gana nivel a nivel; y que la izquierda abertzale si quiere resultar confiable, va a tener que involucrarse en lo que llamaré una "arquitectura de la credibilidad", y elegir para ello un diseño verosímil, materiales concluyentes; y desde luego los cimientos que mejor y más significativamente puedan sostener el edificio.

No hay cimiento más fiable que el de la pedagogía democrática. En Euskadi casi un tercio de los jóvenes o justifica la violencia terrorista o se muestra frente a ella indiferente; y que esos jóvenes han sido o son particularmente permeables al mensaje de la izquierda abertzale. El que ésta se involucrara, con decisión, en la tarea común de recomponer la educación democrática de esos jóvenes sería, a mi juicio, una buena metodología para construir confianza, para pasar de lo increíble a lo aceptable.

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