Palau, un año sin Millet

Reducida un 50% la masa salarial tras los despidos de los saqueadores

En la tercera planta del Palau de la Música Catalana se halla la sala de mando de la institución. Junto al despacho de la presidenta del Orfeó Català, entidad propietaria del auditorio modernista, se encuentra la sala de juntas en una de cuyas paredes cuelga el retrato de Fèlix Millet junto a los del resto de presidentes de la institución en sus 119 años de historia. El primer impulso de los nuevos gestores fue retirarlo. Al final, optaron por dejarlo. Aunque saqueador confeso, no deja de ser uno más de los presidentes que ha tenido el Orfeó Català, concluyeron. El retrato es ahora objeto de c...

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En la tercera planta del Palau de la Música Catalana se halla la sala de mando de la institución. Junto al despacho de la presidenta del Orfeó Català, entidad propietaria del auditorio modernista, se encuentra la sala de juntas en una de cuyas paredes cuelga el retrato de Fèlix Millet junto a los del resto de presidentes de la institución en sus 119 años de historia. El primer impulso de los nuevos gestores fue retirarlo. Al final, optaron por dejarlo. Aunque saqueador confeso, no deja de ser uno más de los presidentes que ha tenido el Orfeó Català, concluyeron. El retrato es ahora objeto de chanzas. Pero en el Palau de la Música nadie bromea sobre el año que se ha vivido desde que el 23 de julio de 2009 los Mossos d'Esquadra registraran el auditorio modernista y se conociera la estafa económica perpetrada por Millet y su mano derecha, Jordi Montull, que presuntamente ya asciende a 35 millones de euros, parte de ellos del erario público.

La gestión se ha profesionalizado sin cambiar de plantilla
Los trabajadores valoran que exista comunicación con la dirección
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"¡Es que lo de Millet es muy fuerte!", exclama un empleado del Palau que pide guardar el anonimato. "Vivíamos en un régimen feudal con señores a los que había que rendir vasallaje". Gestionado como una empresa familiar sin escrúpulos y a la antigua, los empleados explican que cuanto más cerca trabajaban de los despachos de Millet y Montull más presión y miedo tenían. "Había mucho control y coacción. Lo pasamos mal y luego, cuando ya los echaron, se nos consideró sospechosos. Ha sido un año muy duro", señalan.

El Palau no ha dejado de funcionar en este año de transición y lo ha hecho con prácticamente los mismos empleados que hace un año. Ahora, sin embargo, la gestión se ha profesionalizado. Se ha creado un nuevo organigrama para la plantilla de 128 empleados, cinco menos que hace un año. La marcha de los saqueadores y su núcleo próximo ha reducido en un año nada menos que el 50% la masa salarial del Palau de la Música.Muchas cosas han cambiado en el Palau de la Música en este último año y aún quedan algunas más por cambiar. El próximo miércoles, los socios del Orfeó Català votarán los nuevos estatutos de la entidad, que limitan el mandato de los futuros presidentes y cargos de la junta. En otoño se convocarán elecciones a presidente y, finalmente, se simplificará la compleja estructura jurídica y se reducirán las cuatro entidades que ahora conviven en el Palau -consorcio, fundación y dos asociaciones (Orfeó y Cor de Cambra)- a sólo dos.

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Esta transición todavía no ha finalizado, pero los empleados del Palau tienen la convicción de que lo peor ya ha pasado. "Hemos pasado del miedo a la libertad", cuenta un trabajador que, como el resto de los consultados, no quiere ser identificado. "Quizá es inercia del pasado, pero todavía queda algo de ese temor entre nosotros", asegura. Y lamenta que tras destaparse el desfalco, nadie se hiciera eco de sus problemas. "Parecía que los únicos damnificados eran los cantantes del Orfeó Català y el Cor de Cambra, cuando a nosotros se nos trató como culpables y tuvimos que demostrar nuestra honestidad".

Desde las áreas de administración y artísticas, todos coinciden en señalar que la comunicación es el cambio más significativo que ha experimentado la institución: comunicación de los cantantes con la junta del Orfeó, comunicación de los trabajadores con el director general, Joan Llinares, y la presidenta, Mariona Carulla. "Cualquier empleado puede hablar con ellos", indican.

Llinares, Mariona Carulla y Lluís Millet, el nieto del fundador del Orfeó -"el más sabio y moderno de todos", señalan desde el departamento artístico-, son las personas más valoradas en el Palau de la Música. "Que Joan Llinares sea el director general es lo mejor que nos ha pasado este año. Nos sentimos apoyados por él", coinciden en señalar todas las personas consultadas, aunque reconocen que al principio la relación fue muy dura. "De hecho, este último año el Palau ha seguido funcionando de forma eficiente y con las mismas personas, excepto los que mandaban", comentan.

En el área artística reina la ilusión. "Hay más motivación y también más responsabilidad, que a veces crea angustia", explican desde el departamento. Una comisión artística, con los directores de los coros, el director de orquesta Antoni Ros Marbà y Lluís Millet, se encarga ahora de programar. "Disponemos de información a la que antes no teníamos acceso y de la libertad de programar teniendo en cuenta el valor artístico de las propuestas y no lo que cuestan", exponen.

"En el Orfeó Català hay un grado de ilusión que no percibía desde hace ocho o nueve años", explica su director, Josep Vila. "Se han recuperado proyectos que se habían cancelado por motivos económicos, entre ellos la inversión en formación, y el diálogo con la junta es fluido". Para Jordi Casas, director del Cor de Cambra del Palau, "los medios son mayores y la claridad se ha impuesto en las relaciones con la junta del Orfeó. Sin embargo, a Casas le preocupa cómo todo lo sucedido acabará perjudicando a la institución para captar mecenas. "Todavía no sabemos el daño que el desfalco de Millet ha causado en la imagen del Palau de cara al futuro".

El Palau de la Música durante la jornada de puertas abiertas del pasado 20 de junio.CARMEN SECANELLA

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