Análisis:

La tentación del coto cerrado

Apple puede ser víctima de su propio sistema y de su prepotencia. Ha creado un universo cerrado en el que no le está permitida la entrada a nada que no lleve la marca de la manzana mordida. Sus aparatos, se llamen iPhone, Mac o iPad, funcionan con un sistema operativo propio (iOS), cargan música y archivos con su programa iTunes, o compran aplicaciones en su tienda App Store. Los clientes de Apple son también sus esclavos, aunque hasta ahora esclavos gozosos, porque entienden que nadie más les ofrece ese plus de diseño y glamur tecnológico. A la empresa de Steve Jobs, ese modelo de coto cerrad...

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Apple puede ser víctima de su propio sistema y de su prepotencia. Ha creado un universo cerrado en el que no le está permitida la entrada a nada que no lleve la marca de la manzana mordida. Sus aparatos, se llamen iPhone, Mac o iPad, funcionan con un sistema operativo propio (iOS), cargan música y archivos con su programa iTunes, o compran aplicaciones en su tienda App Store. Los clientes de Apple son también sus esclavos, aunque hasta ahora esclavos gozosos, porque entienden que nadie más les ofrece ese plus de diseño y glamur tecnológico. A la empresa de Steve Jobs, ese modelo de coto cerrado le ha deparado un éxito sin parangón, llevándole a ser la tercera compañía que más vale en el mundo por capitalización bursátil, tras superar a Microsoft este mismo año.

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Esa fidelidad de sus fans le ha permitido casi despreciar a los rivales, y jugar con sus propios calendarios. Apple incorpora las mejoras a sus productos al ritmo que mejor le conviene a su plan de ventas. El primer iPhone ni siquiera llevaba cámara de vídeo cuando era una de las primeras bazas de sus competidores. En el caso de la tableta iPad, tiene casi la desfachatez de no incluir una simple toma USB. Si alguien quiere meter un programa o un archivo debe hacerlo a través a Internet.

Pero da lo mismo. Apple sabe que sus clientes volverán a hacer colas frente a sus tiendas flagship para adquirir sus nuevos productos o gastarán lo que haga falta para tener las últimas actualizaciones.

La chapuza del iPhone 4 puede ser una cura de humildad y un aviso de que la competencia existe y de que los clientes, como los amantes, tienden a ser infieles por naturaleza. Los appleadictos van a perder mucho encanto con la funda-esparadrapo cubriendo sus móviles. De hecho, Nokia ya se ha encargado en sus anuncios de hacer mofa del fracaso con bromas como la de que el Club de Zurdos va presentar una queja (la zona que genera el problema está en la parte inferior izquierda) contra el iPhone 4. Desde Microsoft, también le han devuelto la pelota: "Esto va a ser como nuestro Vista", en alusión al fracaso estrepitoso de su anterior sistema operativo.

Pero más allá del error de bulto de diseño, a Apple le puede pasar factura la mala imagen de las colas frente a sus tiendas, pero esta vez para devolver los móviles. Y su competencia podría aprovecharlo. No le faltan amenazas. La principal se llama Android, el sistema operativo de Google que están adoptando la mayoría de los fabricantes como HTC, Samsung, Motorola o LG. Comenzó a instalarse en 2008, y ya equipa a uno de cada cinco móviles inteligentes o smartphone, los teléfonos de alta gama que navegan por Internet.

La filosofía de Android es exactamente la contraria de Apple, ya que se trata de una plataforma de código abierto, lo que permite a fabricantes, operadores y desarrolladores adaptarla a sus productos y ser compatible con todo tipo de programas y aplicaciones. Además, Android no solo equipa a móviles, sino que está adaptándose a los miniportátiles y a las tabletas. Así que Apple debería empezar a vigilar mejor su coto para que no se le escape el rebaño.

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