Crítica:

Mensajes reaccionarios

Digresión inicial: en la charla digital de ayer con Carlos Boyero, un enfadado internauta que ya había visto Eclipse, tercera entrega de la saga Crepúsculo, reprochaba a la crítica no haber "desentrañado el atropello" que supone que "millones de adolescentes" vean el "discurso ultraconservador, rozando lo fascista" que se contiene en sus historias. Como no parece una opinión fugaz sino un dictamen muy extendido entre una parte de la audiencia, ya sea efectiva o quimérica, y como ya se ha dicho casi de todo sob...

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Digresión inicial: en la charla digital de ayer con Carlos Boyero, un enfadado internauta que ya había visto Eclipse, tercera entrega de la saga Crepúsculo, reprochaba a la crítica no haber "desentrañado el atropello" que supone que "millones de adolescentes" vean el "discurso ultraconservador, rozando lo fascista" que se contiene en sus historias. Como no parece una opinión fugaz sino un dictamen muy extendido entre una parte de la audiencia, ya sea efectiva o quimérica, y como ya se ha dicho casi de todo sobre las novelas de la mormona Stephanie Meyer, inclusive que se apoya en un discurso ultraconservador, al cronista le surgen unas preguntas. ¿Qué hay que hacer entonces, prohibir la exhibición de las películas? ¿Prohibir a los adolescentes que lean las novelas? ¿Hundir a Meyer por propagar en pleno siglo XXI un mensaje de castidad y recomendar, en boca de un vampiro, que se llegue virgen al matrimonio?

ECLIPSE

Dirección: David Slade.

Intérpretes: Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner, Xavier Samuel.

Género: romance. EE UU, 2010.

Duración: 124 minutos.

En los tiempos que corren, ¿quién es más reaccionario (el fascismo es otra cosa), el que propaga tales mensajes o el que pide que se elimine su propagación?

Castidad y músculos

La secuencia de Eclipse en la que el vampiro se las da de casto no es ni reaccionaria ni ultraconservadora, simplemente es una risa. Y así lo perciben los espectadores, a los que se les suelta la carcajada. Prueben a dar la charla a las adolescentes sobre el peligro de tales teorías y verán cómo, síntoma de rebeldía, llegan vírgenes al matrimonio. Déjenlo estar, y verán cómo se hinchan a fornicar pensando en los músculos de Taylor Lautner.

En comparación con las dos anteriores entregas, esta dirigida por David Slade, que ya se había introducido en el cerebro adolescente en la perturbadora Hard candy (2005), pretende ser más profunda respecto al triángulo amoroso entre Bella, el vampiro y el chico-lobo, y más oscura en cuanto a sus intenciones, pero solo es más plúmbea, más ladrillo. Al menos Javier Aguirresarobe ha desterrado (casi) al completo esa horrenda fotografía de tonos grises, y el guión sabe reírse de su propia desfachatez por mostrar siempre a Lautner con el torso desnudo. Así, el mejor chiste, junto al del sexo prematrimonial, es cuando el vampiro le espeta a Bella: "¿Pero este no tiene camisetas o qué?".

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