Columna

Otras expresiones

El revuelo suscitado estos días en torno a las supuestas intenciones de la izquierda abertzale me produce una desalentadora impresión de déjà vu, de llover discursivo sobre mojado. De enésimo ejercicio de ese arte adivinatorio al que parece estar condenado el debate público vasco: ese constante someter las palabras y sobre todo los silencios de Batasuna a una especie de escáner que lea entre líneas, revele afirmaciones inaudibles, descubra movimientos y transformaciones imperceptibles a simple vista. Como si en lugar de considerar que es ineludible responsabilidad de la izquierda...

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El revuelo suscitado estos días en torno a las supuestas intenciones de la izquierda abertzale me produce una desalentadora impresión de déjà vu, de llover discursivo sobre mojado. De enésimo ejercicio de ese arte adivinatorio al que parece estar condenado el debate público vasco: ese constante someter las palabras y sobre todo los silencios de Batasuna a una especie de escáner que lea entre líneas, revele afirmaciones inaudibles, descubra movimientos y transformaciones imperceptibles a simple vista. Como si en lugar de considerar que es ineludible responsabilidad de la izquierda ilegalizada hablar claro y posicionarse sin ambigüedades en el seno de las reglas del juego democrático (postura que comparto), se asumiera que es responsabilidad de los demás ir descifrando su discurso; no sólo descifrando, sino además apoyando y favoreciendo con gestos y argumentos una posición que no pasa nunca de manifestarse velada, crípticamente. En definitiva, como si la única manera de abordar las cosas fuera plantear qué tiene que hacer la sociedad vasca por la izquierda abertzale, en lugar de interrogarse sobre qué tiene que hacer la izquierda abertzale por la sociedad vasca. Y yo creo que tiene mucho que hacer no sólo para resultar creíble su transformación -si transformación hay-, sino para que esa credibilidad se vaya convirtiendo en confianza; confianza de la ciudadanía vasca en la autenticidad del proceso y en su irreversibilidad.

De momento, faltan argumentos de peso para sustentar esa credibilidad. A la primera oportunidad -tras el ataque contra el puesto de atención ciudadana de la Ertzaintza en Salvatierra- la izquierda abertzale ha vuelto a lo de siempre: a situarse con sus declaraciones en una especie de tierra de nadie discursiva, afirmando por un lado apostar por "vías estrictamente políticas" y por otra negándose a condenar el ataque, a rechazarlo con espontaneidad y claridad, aunque afirmando que "otras expresiones no encajan con la reflexión y la posición de la izquierda abertzale en este momento". La verdad es que en ese contexto, y dado el encriptado de las manifestaciones, no he entendido muy bien a qué se referían con "otras expresiones" o mejor a quién se referían. Si lo que querían decir era que lo que no encaja en la actual reflexión de Batasuna era la "expresión" de los cócteles contra el puesto de la Ertzaintza; o si lo que sigue sin encajar en su posición es la expresión de una condena clara, explícita, de ese o cualquier otro ataque violento.

Si esas declaraciones de Batasuna admiten tanta anchura interpretativa o, si se prefiere, tanto margen de error es porque distan mucho de ser claras. Hasta que no lo sean y Batasuna no se exprese no sólo de manera reconocible sino además inconfundible, su credibilidad carecerá de base y de argumento. Y la confianza, de fundamento sobre el que iniciarse.

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