Análisis:

Tras hacer los deberes. ¿Al recreo?

Los vascos ya hemos hecho nuestros deberes. Ahora sólo falta que los hagan los españoles, los ingleses, los alemanes, franceses y americanos, entre otros. Por lo que se ve, nosotros podemos ir al recreo.

La reacción de la clase política vasca ante la segunda oleada de medidas del Gobierno Zapatero para reducir el déficit parecen guiadas más por el prurito un tanto infantil de "Euskadi es diferente" que por un análisis real de las medidas a tomar. Curiosamente, este prurito no se produjo con la primera oleada de medidas de Zapatero, que también tenían un valor de 15.000 millones anuales,...

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Los vascos ya hemos hecho nuestros deberes. Ahora sólo falta que los hagan los españoles, los ingleses, los alemanes, franceses y americanos, entre otros. Por lo que se ve, nosotros podemos ir al recreo.

La reacción de la clase política vasca ante la segunda oleada de medidas del Gobierno Zapatero para reducir el déficit parecen guiadas más por el prurito un tanto infantil de "Euskadi es diferente" que por un análisis real de las medidas a tomar. Curiosamente, este prurito no se produjo con la primera oleada de medidas de Zapatero, que también tenían un valor de 15.000 millones anuales, donde entonces nadie habló de "diferenciarse". Sin embargo, la eliminación de la deducción fiscal de 400 euros a los asalariados era competencia plena de las diputaciones y suponía un impacto económico equivalente a la actual reducción propuesta del 5% del sueldo de los empleados públicos.

El margen de la hacienda vasca, que sea para la economía productiva

Es sólo ahora, cuando las rebajas han tocado al poderoso lobby de los funcionarios, cuando curiosamente se busca "la diferencia" con España. Según el Gobierno vasco y las diputaciones, como la situación financiera de las haciendas vascas no es tan mala como la española no hace falta pasar una factura tan fuerte a nuestros funcionarios y les vamos a rebajar tan solo un 2%, a ver si así no nos hacen huelgas y no les dejan de votar.

O sea que para nuestros políticos la crisis, que ha afectado ya muy duramente al 50% de nuestra sociedad - parados, jóvenes, precarios, autónomos y trabajadores de empresas no especialmente protegidas por la Administración-, no debe recaer sobre el otro 50%, que es la parte de nuestra sociedad que de manera directa o indirecta vive a la sombra del estado.

Pues no me parece correcto. En la crisis todos debemos arrimar el hombro y aunque algunos se manifiesten y hagan huelgas no por eso tienen más razón. El personal al servicio de la Administración vasca está mucho mejor pagado que su homólogo en la empresa privada. Por ejemplo, el coste medio de un funcionario de nuestros ayuntamientos es de 50.000 euros al año, es decir, un 20% o un 30% más alto que el del sector privado equivalente, y el número de funcionarios públicos sigue creciendo en pleno período de crisis.

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Según las estadísticas de ejecución presupuestaria del Gobierno vasco y diputaciones, el coste del personal subió un 8,1% en 2007; un 7,7% en 2008 y un 6,8% hasta septiembre de 2009. Después ya no hay estadísticas, porque se ve que no les da tiempo de publicarlas. Es decir, en estos tres años de crisis el coste del personal de estas administraciones ha subido 15 puntos por encima de lo que ha subido el PIB vasco. Esto quiere decir que hoy tenemos muchos más empleados públicos y que estos ganan más que lo que ha crecido el PIB desde el año 2007.

Por lo tanto, si es cierto que nuestra hacienda tiene un margen de maniobra adicional a la del Estado lo correcto es que ese margen de maniobra no se destine a mejorar el sueldo de quienes ya ganan más que la media, sino a crear medidas que tiendan al desarrollo de la economía productiva y a la cohesión social. Sólo a través del relanzamiento de la economía productiva podremos volver a la senda de la estabilidad económica y del bienestar social.

Tampoco suenan convincentes las vehementes protestas, esta vez del PNV, contra el freno de 6.000 millones en las sacrosantas infraestructuras. El ministro de Fomento, en un alarde de sinceridad que asombra, ha reconocido ante el Congreso que las inversiones masivas que se venían haciendo no habían sido estudiadas desde el punto de vista de su rentabilidad futura. En mi opinión, ese mismo defecto es aplicable a las inversiones en infraestructuras vascas

Un ejemplo: en Francia todas las líneas de tren de alta velocidad que quieran construirse tienen que tener una rentabilidad directa del 6% y una rentabilidad económico-social del 8%. Es decir, que el proyecto debe justificar ese 8% de rentabilidad global, donde se tienen en cuenta tanto los resultados económicos directos esperables, como el valor de sus costes externos (medio ambientales, etc) y los beneficios externos que la línea tendrá sobre el territorio por el que pasa. ¿Hay alguien en Euskadi que conozca cual es la rentabilidad económico-social de nuestra famosa Y ferroviaria?. Más evidente aun, ¿sabe alguien de algún estudio de rentabilidad del famoso puerto de Pasajes? ¿Y el de San Mamés?...

Nuestra actual crisis es producto de la suma de muchas malas decisiones en años anteriores: destinar a vivienda una parte excesiva de nuestra renta; no prever el cambio de modelo energético con la debida anticipación; invertir excesivamente en infraestructuras no suficientemente rentables; pagar una función pública cara e ineficiente; tener un sistema basado en el crédito excesivo... Todo eso debe cambiar si queremos salir de la crisis de una forma razonable en términos sociales.

Y una pregunta me deja perplejo. Si ante las reducciones propuestas tiembla tanto el pulso de nuestros políticos, ¿qué van a hacer cuando vengan las siguientes oleadas de medidas hasta llegar a los 65.000 millones mínimos ya anunciados y que, por lógica, serán más difíciles de articular y más duras de soportar? Me parece que va a haber que suspender el recreo y volver a hacer los deberes.

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