Crítica:

Inmigración esquiva

La prensa ha venido hablando de la posible regulación del uso del velo en los colegios españoles, de las intenciones de ciertos alcaldes en torno al empadronamiento de los ilegales. Incluso esta sección da hoy cuenta de dos películas con la inmigración como tema central. No hay duda, el tema está ahí. Ya se mire para otro lado, como hace en primera instancia el ciudadano francés protagonista de Welcome; ya se mire de frente para, cuando llega el peligro, acabar mirando de soslayo, como hace la mujer del mismo filme; o ya se mire de frente para rechazarla de plano o para enfangarse en la...

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La prensa ha venido hablando de la posible regulación del uso del velo en los colegios españoles, de las intenciones de ciertos alcaldes en torno al empadronamiento de los ilegales. Incluso esta sección da hoy cuenta de dos películas con la inmigración como tema central. No hay duda, el tema está ahí. Ya se mire para otro lado, como hace en primera instancia el ciudadano francés protagonista de Welcome; ya se mire de frente para, cuando llega el peligro, acabar mirando de soslayo, como hace la mujer del mismo filme; o ya se mire de frente para rechazarla de plano o para enfangarse en la defensa de los desfavorecidos, como terminan haciendo los dos vecinos irreconciliables de la película, metonimia de un país, metonimia del desconcertado primer mundo.

WELCOME

Dirección: Philippe Lioret. Intérpretes: Vincent Lindon, Firat Ayverdi, Audrey Dana, Selim Akgul.

Género: drama. Francia, 2009. Duración: 108 minutos.

Maniqueísmo

En Welcome, Philippe Lioret, que ya se había adentrado en la temática con En tránsito (1993), algo así como la versión francesa de La terminal, de Spielberg, antepone la individualidad a la colectividad. Prefiere el tono cercano, la identificación, la emoción persona a persona, antes que el tratamiento con visos de cine político. Las intenciones del chico protagonista, un kurdo iraquí que pretende cruzar a nado el canal de la Mancha para llegar a Inglaterra, le dan juego para establecer poéticas estampas, ya sea en la piscina donde se entrena, ya sea en el mar embravecido. Sin embargo, poco aporta Lioret a lo ya desarrollado por multitud de cineastas europeos en la última década. Como el Marco Tulio Giordana de Cuando naces ya no puedes esconderte, deja entrever que la ayuda del occidental, como ente individual, puede parecer un grano de arena en el desierto, pero al menos es un grano. Al igual que otros, acude al fútbol (tan universal como la inmigración) como apoyo dramático. Al igual que otros, tiene cierta tendencia al maniqueísmo y al trazo grueso en la representación de la legalidad: ni un solo policía se libra de ser un cerdo.

Si acaso, la única gran novedad de Lioret es que la razón principal del migrante para querer ir al paraíso londinense no es el porvenir económico ni social, sino el puro y duro amor. Lo que induce a pensar que estamos ante una historia sentimental, más que social. Lo que induce a pensar que se está huyendo del problema: atacándolo de frente para después esquivarlo.

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