Columna

El 'chiringuitazo'

La Democracia Feijoniana acaba de depararnos uno de esos momentos de clímax mediático que tan bien prodiga. Ante la prensa, unos esforzados Rueda y Feijóo relataron cómo apenas armados con un modesto powerpoint se adentraron entre la inhóspita jungla de la Administración paralela. Con un golpe audaz y brillante, derrotaron a esa legión de organismos autónomos con memorias lujosamente encuadernadas que siempre inician su relato diciendo: "Yo tenía un chiringuito en la Xunta". De inmediato fueron aclamados como vencedores de las guerras chiringuiteras. Espoleado aún por la a...

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La Democracia Feijoniana acaba de depararnos uno de esos momentos de clímax mediático que tan bien prodiga. Ante la prensa, unos esforzados Rueda y Feijóo relataron cómo apenas armados con un modesto powerpoint se adentraron entre la inhóspita jungla de la Administración paralela. Con un golpe audaz y brillante, derrotaron a esa legión de organismos autónomos con memorias lujosamente encuadernadas que siempre inician su relato diciendo: "Yo tenía un chiringuito en la Xunta". De inmediato fueron aclamados como vencedores de las guerras chiringuiteras. Espoleado aún por la adrenalina del combate, el presidente proclamó: "Por primera vez, una Administración se hace pequeña", como en la canción de Eurovisión de este año. El propio Rueda admitió a EL PAÍS que la Xunta había abusado de los chiringuitos. En su día, ni él mismo como director general, ni Feijóo como vicepresidente de Fraga, fueron informados de tan costosa tendencia. Acaban de descubrirlo horrorizados. Tal y como ya les sucediera con el hallazgo de la falta de democracia y el clientelismo que cimentan el baltarato.

Refuerzan 'chiringuitos' que gastan con pasmosa discrecionalidad, porque para eso se inventaron

Las cifras de tan brillante ofensiva contra el despilfarro deberían ser elocuentes, pero resultan desconcertantes. La cuenta por los onerosos chiringos asciende a 144 millones, apenas el 1% del presupuesto de la Xunta. El chiringuitazo reportará el ahorro astronómico de diez millones de euros, un 0,08% del gasto total de la Xunta. La montaña de la Democracia Feijoniana ha parido un ratón; muy racionalizador pero un ratoncito, que para colmo de males no crecerá. Ya se ha anunciado una segunda fase con menos recortes y menos ahorro, pero otro OJNI -objeto jurídico no identificado-, que regulará tanto chiringuiteo: otra ley superflua para repetir cuanto ya prevé la legislación vigente. De ahí que esta pasmosa guerra total contra el despilfarro, además de alegría, deje tras sí alguna que otra reflexión inquietante.

La primera se refiere a la condición humana. Cuán frágil es la memoria de los gobernantes. Sin despreciar las virtudes de esta propuesta de ahorro tacita a tacita, acuden a la memoria tantos miles de millones que el candidato Feijo09 iba a economizar finiquitando aquel bipartito que, según él, todo lo duplicaba por culpa del modelo culo veo, culo quiero de Touriño y Quintana. O los 10.000 empleados públicos colocados por el bipartito a un coste anual de mil millones de euros, según denunciara Rueda públicamente. (28/11/08).

La segunda aporta una enseñanza moral. El elaborado discurso que nos gobierna ("lo privado, bueno; lo público, caca") avanza un paso más entre el aplauso general. Crear un consorcio para gestionar los servicios sociales es montar un chiringo y despilfarrar treinta millones de euros. Gastar más de cien millones de euros en ayudas al sector del automóvil a cambio de no se sabe qué, es luchar contra la crisis. ¿Y por qué? Porque sí.

La tercera afecta a la coherencia del chiringuitazo. Se nos asegura que los trabajadores afectados serán recolocados en la Administración, pero se advierte que también analizan meter mano a los funcionarios. Afirmaciones que llevan al desconcierto. Si sobran, ¿por qué o dónde se les recoloca? Si se les recoloca, ¿dónde está el ahorro? ¿En material de oficina? Si resulta que también sobran funcionarios, ¿dónde se les va a ubicar? ¿Cómo cuadra el acceso a la función pública vía chiringuito con los principios de igualdad, publicidad y transparencia? ¿Chiringuitea que algo queda?

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Finalmente, da que pensar la ordenación de prioridades del chiringuitazo. Se fulminan irrelevancias como la Axencia Humanitaria, pero se refuerzan los verdaderos chiringuitos, aquellos que gastan ingentes cantidades de dinero con pasmosa discrecionalidad porque para eso se les inventó: para no perder tiempo con enojosas explicaciones. Artefactos de dudosa utilidad como el Xacobeo o Turgalicia salen indemnes. Y peor aún, en el horizonte se otea el advenimiento de chiringuitos -Axencia de Augas, Axencia de Estradas...- aún más temibles por su multiplicada capacidad de gasto y su potencia para coger el dinero y correr ante el control público.

antonlosada.blogspot.com

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