Análisis:

Ahora llega lo más difícil

Las cajas de ahorros, más de la mitad del sector financiero, han intentado borrar el lamentable espectáculo de enfrentamiento que han ofrecido durante el último mes. La dimisión de Juan Ramón Quintás dejó al sector, por primera vez en décadas, sin presidente como reflejo de las divisiones internas que vivían las cajas.

Ayer, Isidro Fainé, presidente de La Caixa, la caja más grande de España y Europa, llegó a la presidencia del sector con mano firme pero conciliadora. El objetivo de este veterano del sector es agrupar a las entidades medianas y pequeñas, que temen ser privatizadas y eng...

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Las cajas de ahorros, más de la mitad del sector financiero, han intentado borrar el lamentable espectáculo de enfrentamiento que han ofrecido durante el último mes. La dimisión de Juan Ramón Quintás dejó al sector, por primera vez en décadas, sin presidente como reflejo de las divisiones internas que vivían las cajas.

Ayer, Isidro Fainé, presidente de La Caixa, la caja más grande de España y Europa, llegó a la presidencia del sector con mano firme pero conciliadora. El objetivo de este veterano del sector es agrupar a las entidades medianas y pequeñas, que temen ser privatizadas y engullidas por las más grandes. La elección de Amado Franco, presidente de Ibercaja, como vicepresidente de consenso, es una buena noticia, pero sólo un punto de partida. El consenso se apoya en un acuerdo bienintencionado que habla de la búsqueda de capital sin privatizar las cajas y de que la CECA siga siendo un foro de defensa de todas las entidades, independientemente del tamaño de cada una de ellas.

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Pero ahora hay que remangarse y empezar a reformar las cajas. Aquí es cuando aflorarán las diferentes sensibilidades que tienen las entidades. El Gobierno, con el apoyo tácito del Banco de España, ha dado la batalla para que Fainé sea presidente de la CECA, lo que indica que considera fundamental que sea él quien lidere la transformación de las cajas de arriba abajo. Es decir, que superen la demoledora crisis del ladrillo, que busquen capital, que se vayan todos los cargos políticos electos y que cuenten con un modelo diferente al que les ha llevado a esta situación.

En este viraje, algunos presidentes temen que el sector quede desfigurado y más parecido a los bancos que a las cajas o, incluso, que quede en manos de las entidades más grandes. Quintás, que trató sin éxito de que fuera Amado Franco el que pilotara el sector, está convencido de que el Gobierno y el Banco de España no van a ayudar a las más débiles, sino todo lo contrario. El ex presidente de la CECA considera que el gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quiere cajas bancarizadas porque ni entiende ni le gustan las cajas. También Franco receló de las intenciones de Fainé y declaró que su candidatura aglutinaba a los que no querían ver privatizadas las cajas para convertirlas en bancos.

El último en llegar al sector, Rodrigo Rato, gran apoyo de Fainé, se refiere al sector como "banca mutual", lo que levanta recelos en algunos. Rato ha advertido que, tras la reordenación, deberían quedar 20 de las 45 entidades. Un aviso.

Y los números denuncian la debilidad del sector, repartida entre grandes, medianas y pequeñas. Las cajas han cerrado el ejercicio pasado con el beneficio más bajo en diez años. 20 entidades presentaron pérdidas en el cuarto trimestre de 2009 por las provisiones y todos los expertos coinciden en que este año será peor. Hasta ahora, la reestructuración, que afecta a un tercio del sector, ha sido casi voluntaria. Lo difícil está por delante, cuando los números rojos puedan forzar uniones. Y ya no estará Quintás para defenderles.

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