Análisis:EL ACENTO

La costilla de santa Baldesca

Resulta que en Riudecols, una localidad del Baix Camp (Tarragona), hay una masía medio destartalada, abandonada desde hace años a su suerte, llena de telarañas. A finales de marzo unos ladrones forzaron sus puertas y se llevaron un montón de joyas, valoradas en 300 millones euros por su propietario, un descendiente del barón de Llorach, señor feudal del castillo del mismo nombre en la Edad Media. ¿Cómo supieron que en aquella casa ruinosa se escondía semejante tesoro? Por el jardinero.

A sus compinches, dos hermanos muy jóvenes, los detuvieron los Mossos d'Escuadra enseguida. Parece que...

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Resulta que en Riudecols, una localidad del Baix Camp (Tarragona), hay una masía medio destartalada, abandonada desde hace años a su suerte, llena de telarañas. A finales de marzo unos ladrones forzaron sus puertas y se llevaron un montón de joyas, valoradas en 300 millones euros por su propietario, un descendiente del barón de Llorach, señor feudal del castillo del mismo nombre en la Edad Media. ¿Cómo supieron que en aquella casa ruinosa se escondía semejante tesoro? Por el jardinero.

A sus compinches, dos hermanos muy jóvenes, los detuvieron los Mossos d'Escuadra enseguida. Parece que se pelearon con el jardinero durante el reparto del botín y corrieron a denunciar en la comisaría más próxima que habían asaltado su casa en Riudecols y que los habían agredido y robado. La policía llegó, se puso a husmear y encontró una moneda antigua en un calcetín. No tardó en localizar una cámara digital con fotografías de las joyas y, en un barranco cercano poco después, una bolsa con la mayor parte del saqueo: jarras, bandejas y cubertería de plata, diademas con pedrerías de diamantes, perlas y rubíes, collares, anillos, medallas... Los jóvenes cantaron: el jardinero les había hablado de una casa con "cosas bonitas". Y fueron a por ellas.

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el telediario. Los vecinos de Villanueva

de Sigena, un pueblo

de Huesca de 512 habitantes, reconocieron entonces entre las piezas recuperadas

un relicario que había desaparecido de su monasterio en los años sesenta. Resulta que el descendiente del barón de Llorach acudía allí en calidad de caballero de la Orden de Malta, y conocía las riquezas que las monjas custodiaban.

El relicario contiene una costilla que, supuestamente, es de santa Baldesca. Podría ser, pues, que la secuencia masía ruinosa-jardinero-cosas bonitas-robo-trifulca entre ladrones-calcetín- telediario-costilla se cerrara con un milagro. Los vecinos de Villanueva dicen que entre las piezas robadas podrían estar otras joyas desaparecidas del monasterio. El descendiente del barón sólo sabe que esas "cosas bonitas" estuvieron en su casa desde siempre. Otro embrollo, pues, para los juzgados: ¿servirá la costilla de la santa para resolver el misterio? Si así fuera, que vayan tomando nota en otros tribunales.

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