Una cuenta pendiente

Zlatan Ibrahimovic volvió ayer a territorio gunner, un sitio que no le es del todo extraño y que pudo ser su casa de no ser porque Arsène Wenger, en su momento, cuando acababa de cumplir 18 años, desestimó su fichaje. "Me arrepentiré toda la vida", dijo el francés el día que Ibrahimovic se enfrentó al Arsenal en Highbury cuando jugaba en la Juventus: 2-0 en Londres y 0-0 en Turín. "¡Si supieran con cuántos jugadores me he equivocado!", bromeó ayer Wenger cuando se le recordó. Ibra no parece tampoco habérselo tenido en cuenta. Será que no le ha ido mal: "El Arsenal es un equipo atractivo...

Zlatan Ibrahimovic volvió ayer a territorio gunner, un sitio que no le es del todo extraño y que pudo ser su casa de no ser porque Arsène Wenger, en su momento, cuando acababa de cumplir 18 años, desestimó su fichaje. "Me arrepentiré toda la vida", dijo el francés el día que Ibrahimovic se enfrentó al Arsenal en Highbury cuando jugaba en la Juventus: 2-0 en Londres y 0-0 en Turín. "¡Si supieran con cuántos jugadores me he equivocado!", bromeó ayer Wenger cuando se le recordó. Ibra no parece tampoco habérselo tenido en cuenta. Será que no le ha ido mal: "El Arsenal es un equipo atractivo, con jugadores jóvenes y un entrenador que hace un gran trabajo. No basta con jugar atractivo porque, cuando no se gana, la gente dice que hay que cambiar, pero a mí me gusta mucho el estilo de Wenger, gane o no gane". La última vez que jugó al norte de Londres había un campo de futbol con reloj donde ahora hay bloques de apartamentos.

"Tengo que hacer más para que se vea lo mejor de mí", reconoce el sueco

Ibrahimovic se rebela a diario contra la sensación de que no está dando bastante, una visión que no comparten sus compañeros y tampoco Pep Guardiola y que se esfuerzan en desmentir los números con la misma tozudez con la que él se exige superarse cada día. "Tengo que hacer más para que se vea lo mejor de mí. Pero prefiero hablar en el campo a hacerlo fuera. Afrontamos dos meses muy importantes y espero que continuemos los dos bien, el equipo y yo", dice entre resignado y desafiante.

Zlatan suma 15 goles en la Liga y ha abierto la lata en ocho partidos, tantos que resultaron decisivos. Visto así, el sueco ha generado un total de 24 puntos, además de otros tres tantos en el resto de competiciones (dos en Champions y uno en Copa). Pocos goles fueron tan trascendentes para el grupo y para él mismo, incluso moralmente, como el que marcó al Madrid en el Camp Nou cuando el Barça jugaba con 10, el de Mallorca el pasado sábado o el que dio el empate en Stuttgart.

Messi suma 34 goles y ha participado directamente en la consecución de 37 puntos. A Ibrahimovic no le importa asumir su papel de gregario del argentino. "Messi es tan extraordinario que quien ama el deporte y quien no entiende de futbol están de acuerdo: es increíble", dijo el delantero sueco, que se mostró humilde ante su compañero: "Es muy difícil mantener ese nivel, pero le voy a ayudar a ganar la Bota de Oro. Está en el mejor sitio. Le quieren mucho.Sólo tengo cosas positivas para él". Y le defendió: "Los equipos ingleses le criticaban y en Roma metió un gol en la final al Manchester United".

Nada le gustaría más a Ibra que meter un gol esta noche. Juega por cuarta vez en la Champions contra un equipo inglés. Perdió con la Juventus ante el Arsenal en 2006, contra el Manchester en 2008 (2-0 en Old Trafford y 0-1 en San Siro) y hace un año contra el Liverpool, (0-0 en San Siro y 2-0 en Anfield), también en octavos.

Vuelve Ibra a Inglaterra. Contra el club que pudo haber sido el suyo y no lo fue. Pero el tiempo pasa: Highbury ya no existe. Ahora juega en el mejor equipo del mundo, el Barça, y está dispuesto a cobrarse una vieja cuenta pendiente.