Preocupaciones ciudadanas
Desempleo, economía y clase política son las tres principales preocupaciones de los españoles según el último barómetro del CIS, siendo especialmente preocupante que el descontento ciudadano con quienes se dedican a la "cosa pública" vaya in crescendo, porque son los representantes del pueblo aquellos que tienen en sus manos la capacidad de revertir los problemas derivados del paro y la falta de recursos económicos.
Finaliza el año 2009 y el catálogo de escándalos de corrupción o financiación irregular vinculados a los partidos políticos no ha dejado títere con cabeza, ocasionand...
Desempleo, economía y clase política son las tres principales preocupaciones de los españoles según el último barómetro del CIS, siendo especialmente preocupante que el descontento ciudadano con quienes se dedican a la "cosa pública" vaya in crescendo, porque son los representantes del pueblo aquellos que tienen en sus manos la capacidad de revertir los problemas derivados del paro y la falta de recursos económicos.
Finaliza el año 2009 y el catálogo de escándalos de corrupción o financiación irregular vinculados a los partidos políticos no ha dejado títere con cabeza, ocasionando hondo desconcierto y profunda decepción en la ciudadanía, atónita frente al pillaje de fondos públicos, el enriquecimiento personal, el malbaratamiento de los recursos financieros y la impúdica demostración de la falta de control por parte de las instituciones.
Sólo una verdadera regeneración a título personal que vaya más allá de la implantación de códigos éticos en el seno de las fuerzas políticas, que no es novedad y se han mostrado claramente ineficaces, podrá restañar el terrible daño ocasionado a la credibilidad del sistema, trasladando el inequívoco mensaje de que los servidores públicos que detentan poder están para servir y no para servirse, poniendo de manifiesto un más elevado grado de decencia que cualquier otro ciudadano. Sé que se trata de un desiderátum pero no hay otra, porque más allá del desempleo, de la crisis económica y de valores, del escaso crédito de nuestros políticos, sólo queda el abismo.