Cartas al director

¿Consumir más... o menos?

El debate político que se produjo en Copenhague para llegar a un acuerdo por la reducción de emisiones contaminantes es preocupante, ya que en la cumbre no se trataba de cómo salvar el planeta, sino de cómo conciliar los intereses económicos con los climáticos. Los líderes políticos han estado influenciados por una dicotomía entre lobbies empresariales y defensores del medio ambiente. Así, el anhelado acuerdo estaba abocado a no cuadrar. A los ciudadanos, intranquilos por el futuro de sus hijos y las generaciones venideras, todo esto les puede resultar no menos que un ejercicio de hipoc...

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El debate político que se produjo en Copenhague para llegar a un acuerdo por la reducción de emisiones contaminantes es preocupante, ya que en la cumbre no se trataba de cómo salvar el planeta, sino de cómo conciliar los intereses económicos con los climáticos. Los líderes políticos han estado influenciados por una dicotomía entre lobbies empresariales y defensores del medio ambiente. Así, el anhelado acuerdo estaba abocado a no cuadrar. A los ciudadanos, intranquilos por el futuro de sus hijos y las generaciones venideras, todo esto les puede resultar no menos que un ejercicio de hipocresía.

Parece evidente que para frenar el deterioro del planeta es necesario reducir el consumo energético. Pero esta propuesta choca de forma radical con un sistema en el que el consumo se incentiva por encima de todo. Si realmente se desea actuar para dejar de perjudicar a la Tierra, parece indudable que algo inherente al sistema debe cambiar. La propia crisis económica global pone de manifiesto que ese cambio debe producirse de forma efectiva hacia una economía menos ambiciosa en su crecimiento, que acentúe su responsabilidad social y también con el entorno.

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