Tribuna:OCIO

La mejor manera de pasarlo mal

El ocio electrónico nos proporciona la mejor manera de pasarlo mal. Dejamos de ser meros espectadores para convertirnos en protagonistas indiscutibles, y la supervivencia depende, sólo, de nuestra habilidad. Aquí no hay salvación en el último suspiro, ni golpes de suerte inesperados; hasta el más mínimo error se paga a precios tan elevados como nuestra propia vida.

Cierto es que los videojuegos sufren por el aspecto gráfico, que se queda anticuado a una velocidad pasmosa y, desde el momento en que está desfasado, no consigue transmitir la misma intensidad de terror; pero un buen juego c...

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El ocio electrónico nos proporciona la mejor manera de pasarlo mal. Dejamos de ser meros espectadores para convertirnos en protagonistas indiscutibles, y la supervivencia depende, sólo, de nuestra habilidad. Aquí no hay salvación en el último suspiro, ni golpes de suerte inesperados; hasta el más mínimo error se paga a precios tan elevados como nuestra propia vida.

Cierto es que los videojuegos sufren por el aspecto gráfico, que se queda anticuado a una velocidad pasmosa y, desde el momento en que está desfasado, no consigue transmitir la misma intensidad de terror; pero un buen juego consigue dejar buen sabor de boca pese a no sorprender de la misma manera. Alone in the Dark, un clásico del género, ya no impresiona tanto como lo hizo en su época, pero el efecto es similar a El Cuervo, de Edgar Allan Poe; se sigue reconociendo una obra sublime, aunque haya perdido impacto. Al igual que otros medios de expresión, los juegos de terror me han dejado momentos inolvidables, grabados a fuego en mi mente: el malvado Scissorman apareciendo inesperadamente tras una cortina de baño en Clock Tower... Enemy Zero y sus claustrofóbicos pasillos poblados de criaturas alienígenas... Parasite Eve y la escena en la que todos los asistentes a la ópera empiezan a arder por combustión espontánea... Los zombies de Resident Evil 2 intentando atravesar las ventanas para llegar a nosotros... la habilidad de Project Zero para poner un fantasma en lugares recorridos varias veces, logrando que nos confiemos para atacar al bajar la guardia...y por supuesto esa joya llamada Silent Hill, capaz de arrancarnos verdaderas lágrimas de tensión gracias a su soberbia ambientación.

No me cabe duda de que el terror electrónico consigue transmitir sensaciones que ningún otro medio logra. Ningún aficionado al terror debería dejar pasar la oportunidad de abandonar su puesto de espectador y sumergirse en este universo como protagonista.

Rafael Méndez es crítico de videojuegos en Meristation.com

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