DÍAS DE DIVERSIÓN

Azpeitia, con el sabor intacto

A pesar de que el balance artístico no ha resultado brillante, el ciclo de La Bombonera mantiene su alto nivel y los beneficios del pasado año

Sentado en el tendido de La Bombonera, el aficionado que acude a un simple espectáculo taurino en Azpeitia queda embebido por un círculo de sensaciones que le trasladan a un escenario singular. La solemnidad del inicio del espectáculo, con unos acordes locales previos al pasodoble del despeje de la plaza, hace pensar al aficionado que se encuentra en un coso de más categoría que ese tercer rango en que el reglamento ubica a las plazas de los pueblos. Alguacilillo sin estridencias, areneros y mulilleros ataviados al detalle y un perfecto orden en todas las dependencias para que nada quede a la ...

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Sentado en el tendido de La Bombonera, el aficionado que acude a un simple espectáculo taurino en Azpeitia queda embebido por un círculo de sensaciones que le trasladan a un escenario singular. La solemnidad del inicio del espectáculo, con unos acordes locales previos al pasodoble del despeje de la plaza, hace pensar al aficionado que se encuentra en un coso de más categoría que ese tercer rango en que el reglamento ubica a las plazas de los pueblos. Alguacilillo sin estridencias, areneros y mulilleros ataviados al detalle y un perfecto orden en todas las dependencias para que nada quede a la improvisación.

Y los tendidos con ambiente de fiesta. La elegante sombra nada tiene que envidiar a la de los cosos capitalinos, mientras, el indiscutible semblante serio del aldeano se mezcla en el sol con el ánimo de los más jóvenes en la meseta de toriles. Es un sensación de armonía que seguramente sólo se consigue porque el azpeitiarra tiene mamado desde pequeño que esta fiesta es parte de su esencia, de su cultura, de lo que les une en ese día de San Ignacio al que ningún nativo del valle quiere faltar cada 31 de julio.

El matador Daniel Luque repite como el claro triunfador del ciclo

"Sin embargo, este año fue un día un poco flojo", señala uno de los responsables de la Comisión Taurina encargada de organizar los festejos. "Suele ser un día de lleno en los tendidos, pero el viernes había huecos", matiza con la tranquilidad de haber equilibrado el presupuesto con las taquillas completadas los dos días posteriores y en el desencajonamiento del día 25, un espectáculo en el que los toros son descargados de los camiones para que los aficionados comprueben su estampa una semana antes de ser lidiados.

El balance económico ha sido bueno. "A falta de algunos flecos, esperamos repartir cerca de 15.000 euros entre las iniciativas que se decidan", reconocen desde la comisión, que el año pasado ya consiguió un resultadosimilar. Esos beneficios se destinan a ayudar a asociaciones y ONG de la localidad y se entregan coincidiendo con la festividad de San Martín en el mes de noviembre.

En el apartado artístico, las ganaderías han tenido el comportamiento esperado. Palha mantuvo emoción, La Dehesilla presentó algún toro destacado, y Gavira acudió con su sosería habitual. Entre los matadores, Daniel Luque dejó claro por qué ha roto esta temporada: derrochó técnica y valor y repite como triunfador del ciclo. El Cid cumplió con solvencia, Fandiño puso toda la carne en el asador mientras que se esperaba algo más de Tejela, Bolívar o Talavante.

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Y al final, se levanta el aficionado aún sorprendido por las notas del txistu en el tercio de varas y los sones de la popular dulzaina acompañada a coro por los asistentes mientras el banderillero clava los rehiletes. Esa música en cada tercio hace que el ambiente sea especial, si bien alguien podría advertir que igual que los pasodobles cesan cuando el torero es cogido o desarmado, el txistu y la dulzaina puede parar cuando el picador es descabalgado o el banderillero volteado.

Lo que resulta indudable es que la feria va a más y es la sexta que organiza la actual comisión, encabezada por Joxin Iriarte, Javier Beobide, Iñaki Olaizola y José Manuel Iriarte.

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