Tribuna:Cinco arquitectos imaginan la Cañada del futuro

Laboratorio de ciudad

¿Y si pensamos en la Cañada no como un problema sino como laboratorio para repensar la ciudad en su conjunto? Frente a otras formas de urbanismo recientes, ¿qué alternativas subyacen en el urbanismo de un sector como la Cañada? ¿Qué formas de belleza inteligente están latentes en este lugar en parte generado a través de estructuras de auto organización comunal, construido por agregación de partes y no de grandes operaciones unitarias, y donde conviven múltiples formas de coexistencia interculturales? ¿Qué potencial hay en hechos como el de que la propiedad del suelo no sea privada?

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¿Y si pensamos en la Cañada no como un problema sino como laboratorio para repensar la ciudad en su conjunto? Frente a otras formas de urbanismo recientes, ¿qué alternativas subyacen en el urbanismo de un sector como la Cañada? ¿Qué formas de belleza inteligente están latentes en este lugar en parte generado a través de estructuras de auto organización comunal, construido por agregación de partes y no de grandes operaciones unitarias, y donde conviven múltiples formas de coexistencia interculturales? ¿Qué potencial hay en hechos como el de que la propiedad del suelo no sea privada?

Para aproximarnos a los posibles valores de este fragmento de ciudad, cuyo patrimonio más preciado reside quizás en muchas de sus formas de organización y socialización cotidianas, no son suficientes las herramientas y metodologías ortodoxas. Hace años, ante otro caso de sector degradado, esta vez en el barrio del Cartucho de Bogotá, decidimos que la forma más directa de investigar su realidad propositivamente era trabajando como urbanistas-peluqueros. Nuestra oficina y despacho de reuniones se convirtió en la única peluquería del Cartucho. Allí no sólo se cortaba el pelo, sino que se compartían historias, se establecían con los vecinos relaciones cercanas no sólo físicas, con el champú y las tijeras, sino imaginadas, por medio de las conversaciones. Entre urbanistas y gente corriente del barrio se construían imágenes y sueños de visiones alternativas de ciudad. Allí se detectaban microrealidades específicas presentes en el día a día, que tras ser clasificadas hacían visible un potencial social que desde las instituciones-bulldozer no se llegó a reconocer a tiempo.

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Frente a la nueva legislación y la posibilidad de nuevas demoliciones, parece necesario formular un plan urgente de trabajo sobre la Cañada Real Galiana. Sería prioritario institucionalizar e impulsar plataformas de diálogo y participación ya existentes o constituir nuevas allí donde sea necesario; fomentar aquellos procesos donde el estudio de las múltiples realidades de la Cañada sea asumido como una actividad continuada y conjunta entre profesionales del urbanismo y vecinos. Estos procesos serían evaluados principalmente a partir de su capacidad de identificar y visualizar los potenciales que subyacen en las realidades específicas de la Cañada y por tanto de promover directa o indirectamente escenarios futuros de ciudad que emerjan a partir de lo que allí existe.

Diego Barajas y Camilo García forman la Plataforma Husos.

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