Demasiados años de 'cundas'

Los vecinos de la Glorieta de Embajadores protestan contra los 'taxis de la droga'

"Hartos". La respuesta se repite entre los vecinos de la glorieta de Embajadores (Arganzuela). "Son muchos años de degradación con esta lacra", se lamenta Jesús Alonso mientras recoge su quiosco de prensa. Con "esta lacra" se refiere a los drogodependientes que desde hace más de seis años pululan por la plaza y alrededores a la espera de un coche que les lleve a comprar su dosis.

Jesús los tiene muy cerca de su quiosco, apenas a unos metros de la salida del metro. Y los ve todo el día, desde que abre antes de las seis de la mañana. "A las horas que hay poca gente no vienen clientes porq...

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"Hartos". La respuesta se repite entre los vecinos de la glorieta de Embajadores (Arganzuela). "Son muchos años de degradación con esta lacra", se lamenta Jesús Alonso mientras recoge su quiosco de prensa. Con "esta lacra" se refiere a los drogodependientes que desde hace más de seis años pululan por la plaza y alrededores a la espera de un coche que les lleve a comprar su dosis.

Jesús los tiene muy cerca de su quiosco, apenas a unos metros de la salida del metro. Y los ve todo el día, desde que abre antes de las seis de la mañana. "A las horas que hay poca gente no vienen clientes porque les da miedo", explica el quiosquero, que afirma que lo ha notado mucho en las ventas. Como los bares de alrededor, que tienen en la puerta carteles avisando de que los baños son sólo para clientes. "A veces se te cuelan y luego te encuentras de todo en el baño: jeringuillas, papel de aluminio...", cuenta una camarera.

"Esa es su segunda casa", señala Jesús con la cabeza. "Ahí chillan, se drogan, mean, roban... ". Ayer por la tarde sólo un hombre se apoyaba en la pared. La policía merodeaba la plaza, donde un centenar de vecinos se concentró para pedir el final de las cundas, los coches que llevan a los toxicómanos a los super de la droga.

"Cada vez son más", se lamenta Elena Gómez, "se han hecho con la plaza". Ella vive lejos, pero acudió a la concentración convocada por los vecinos, que han creado una asociación de afectados. "Yo también paso por aquí y les veo". Elena, como muchos de los manifestantes, tiene miedo sobre todo por los niños: "Cuando les vemos, me preguntan y es difícil darles explicaciones". Lo mismo le pasaba a Jesús, que antes también vivía en la plaza pero optó por cambiar de barrio. Mientras lo cuenta un hombre de poca estatura, con la barba y el pelo negros y sucios, pasa y les amenaza: "Os voy a tirar una bomba...". "Esto es lo más suave que nos dicen", se lamenta Jesús. "Éste siempre pasa cantando... Los conocemos a todos, cuando alguno falta un tiempo pensamos que o está en la cárcel o ha muerto". Son sus vecinos más cercanos.

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