Crítica:

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No suelen proliferar las películas cuyo punto de partida sea capaz de poner los dientes largos a sus espectadores potenciales. Con No-Do, Elio Quiroga ha dado con una de esas ideas que podrían envidiar, pongamos por caso, guionistas como Russell T. Davies y Steven Moffat. En No-Do, los esquemas genéricos de una clásica película de terror filo-gótica se ponen al servicio de un concepto inusual: mientras los noticiarios cinematográficos del régimen ponían "el mundo al alcance de todos los españoles", otros equipos, convenientemente equipados con celuloide sensible a la emanación s...

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No suelen proliferar las películas cuyo punto de partida sea capaz de poner los dientes largos a sus espectadores potenciales. Con No-Do, Elio Quiroga ha dado con una de esas ideas que podrían envidiar, pongamos por caso, guionistas como Russell T. Davies y Steven Moffat. En No-Do, los esquemas genéricos de una clásica película de terror filo-gótica se ponen al servicio de un concepto inusual: mientras los noticiarios cinematográficos del régimen ponían "el mundo al alcance de todos los españoles", otros equipos, convenientemente equipados con celuloide sensible a la emanación sobrenatural, se encargaban de filmar los no-dos secretos, recopilando a lo largo y ancho de la península todo acontecimiento milagroso para postular, ante el Vaticano, a nuestro país como centro neurálgico de la Cristiandad. La imaginación de Quiroga aún va más lejos: esos no-dos secretos toparon con la existencia de deidades oscuras de perfiles inconfundiblemente lovecraftianos.

NO-DO

Dirección: Elio Quiroga.

Intérpretes: Ana Torrent, Héctor Colomé, Francisco Boira, Rocío Muñoz, Francisco Casares.

Género: Terror. España, 2009. Duración: 94 minutos.

Elio Quiroga abrió su carrera con una película anómala e irrepetible, Fotos (1996), que a punto estuvo de costarle su futuro profesional. Tardó 10 años en estrenar otro largo La hora fría, que parecía apuntar lo que No-Do confirma: el empeño de quien nació heterodoxo por afirmar su condición de profesional capaz de llevar a buen puerto proyectos cuyo toque de excentricidad no choque de frente con sus posibilidades comerciales.

En No-Do, Quiroga quiere hacer su particular película de terror español y articula su mecano partiendo de referentes cercanos y reconocibles. El resultado se beneficia de la cada vez más sólida escritura visual de Quiroga, pero se resiente de unas limitaciones presupuestarias que, a menudo, le obligan a practicar el equilibrismo posibilista. Hay golpes de efecto previsibles y algún paso en falso, pero esta historia de mártires y dioses monstruosos -una de las propuestas más originales que han dado las cosechas locales del género- merece encontrar a su público.

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