Antonio Miró diseña el último traje

El ataúd del creador de moda catalán anima una feria funeraria en horas bajas

"El problema es que ves un ataúd de 1964 y ves un ataúd de ahora... y son iguales. Cajas supertétricas. ¿Por qué una persona que siempre ha vivido rodeada de diseño tiene que ser enterrada en algo que no va con él?" La pregunta la hizo el diseñador Antonio Miró, cuenta Ruben Tamarit, director comercial de Marcs Urnas Bach. "¿Por qué no diferenciar entre ataúdes para hombres y ataúdes para mujeres? ¿Por qué no les damos color? ¿Por qué no puede hacerse un ataúd rosa o verde?" Las respuestas están a los pies de Tamarit, en las dos primeras arcas del diseñador de moda catalán expuestas ayer en Fu...

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"El problema es que ves un ataúd de 1964 y ves un ataúd de ahora... y son iguales. Cajas supertétricas. ¿Por qué una persona que siempre ha vivido rodeada de diseño tiene que ser enterrada en algo que no va con él?" La pregunta la hizo el diseñador Antonio Miró, cuenta Ruben Tamarit, director comercial de Marcs Urnas Bach. "¿Por qué no diferenciar entre ataúdes para hombres y ataúdes para mujeres? ¿Por qué no les damos color? ¿Por qué no puede hacerse un ataúd rosa o verde?" Las respuestas están a los pies de Tamarit, en las dos primeras arcas del diseñador de moda catalán expuestas ayer en Funermostra, la feria funeraria española que se celebra en Valencia.

El ataúd de la izquierda es azul claro y sigue una línea vagamente espacial. El de la derecha, más sobrio, es de color madera y aparece atravesado de estrías. Ambos son de nogal americano, trabajados a mano, acabados al agua y biodegradables. Detrás de ellos se alza un collage de imágenes que transmiten optimismo (en algunas fotografías se ve a Miró de joven). Se trata, dice Tamarit, de "desdramatizar". De tomar la caja "como el punto final de una vida".

La incursión de Miró es una de las pocas alegrías del certamen que, si bien nunca ha sido una fiesta, ha conocido tiempos mejores. La crisis ha acelerado un cisma, liderado por los fabricantes de ataúdes (especialmente los de Xàtiva), que consideran que Funermostra debería tener lugar cada cuatro años en vez de cada dos. Un plazo tan corto apenas les permite presentar novedades dada la "idiosincrasia del sector", señala la declaración suscrita por 23 empresas. Los servicios funerarios gozan, por otro lado, de una estabilidad a prueba de bombas. Cada año mueren en España entre 350.000 y 390.000 personas, de modo que negocio hay. "Sí, pero los que se quedan", afirma Jordi Requena, responsable del tanatorio de Alcoi, "en vez de gastarse 10 se gastan cinco. Ahorran en el tipo de arca, ahorran en adornos florales y en esquelas".

Para quienes no se preocupan por el dinero, Funermostra ofrece la posibilidad de depositar las cenizas en el estadio del equipo del fallecido (por ahora, en los del Atlético y el Espanyol), comprar urnas envejecidas en el Delta del Ebro y contratar un coche fúnebre eléctrico.

La línea abierta por el diseñador Antonio MiróCARLES FRANCESC
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