Crítica:GASTRONOMÍA

Desde las alturas

En una de las columnas que sostienen y decoran el local donde vamos a comer se remarca: "Belvedere: es un término arquitectónico tomado del idioma italiano que significa bella vista, que se refiere a cualquier clase de estructura arquitectónica (un comedor, mirador o galería) situada de manera que pueda tenerse esa vista".

Cierto es en este caso, desde donde nos situamos todo Benidorm está a nuestros pies, con sus inmensos edificios y sus largas playas, llenas en casi cualquier tiempo de bañistas encarnados por el sol.

El comedor, decorado con simples líneas y blancas mesas, está...

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En una de las columnas que sostienen y decoran el local donde vamos a comer se remarca: "Belvedere: es un término arquitectónico tomado del idioma italiano que significa bella vista, que se refiere a cualquier clase de estructura arquitectónica (un comedor, mirador o galería) situada de manera que pueda tenerse esa vista".

Cierto es en este caso, desde donde nos situamos todo Benidorm está a nuestros pies, con sus inmensos edificios y sus largas playas, llenas en casi cualquier tiempo de bañistas encarnados por el sol.

El comedor, decorado con simples líneas y blancas mesas, está rodeado de cristal para mejor contemplación del panorama, y la cocina, dirigida por un antiguo discípulo del reputado Joaquim Koerper, Pedro Gras, nos ofrece platos racionales con apuntes de modernidad.

Restaurante Belvedere

Calle Esperanto, 1 (Hotel Madeira Centro). Benidorm (Alicante).

Teléfono: 96 683 04 18

Los menús parecen las estrellas de la casa, son varios y con sugerentes precios, concebidos con generosidad y criterio para componer una comida completa. En la carta, platos similares a los que componen los menús aunque con variaciones al alza en los ingredientes que acompañan al principal: así la lasagna es de atún en vez de ser de salmón, o la guarnición que acompaña al puré de calabazas puede ser el bogavante en vez del más humilde y menospreciado gambón.

Aciertos y errores: jugosa la cecina que acompañada de virutas de foie forma parte de los entrantes y nada sutil, por la concepción, por la fortaleza de la morcilla de Jalón y lo cuajado del huevo escalfado, del plato que los combina. Sabrosa la presa de ibérico y falto absolutamente de sal el arroz de verduras, que pierde de esa forma -por falta de contraste- la dulzura de tonos que deben dominar su sabor merced a las verduras de primavera.

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