Un sistema de salud de un billón y medio de euros

Barack Obama pone en marcha su ambiciosa reforma sanitaria

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se ha comprometido a tener la reforma sanitaria en marcha antes de finales de año. De momento, ha conseguido que la Cámara de Representantes acepte presentar una propuesta legislativa antes de agosto, el primer paso de una medida largamente esperada por los ciudadanos de un país en el que la sanidad cuesta más de un billón y medio de euros al año y deja a más de 45 millones de personas sin seguro médico.

Por primera vez en 15 años, un presidente ha decidido colocar la reforma sanitaria en su lista de prioridades. La última vez que un jefe d...

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se ha comprometido a tener la reforma sanitaria en marcha antes de finales de año. De momento, ha conseguido que la Cámara de Representantes acepte presentar una propuesta legislativa antes de agosto, el primer paso de una medida largamente esperada por los ciudadanos de un país en el que la sanidad cuesta más de un billón y medio de euros al año y deja a más de 45 millones de personas sin seguro médico.

Por primera vez en 15 años, un presidente ha decidido colocar la reforma sanitaria en su lista de prioridades. La última vez que un jefe del Ejecutivo intentó acometer esta renovación fracasó estrepitosamente. A Bill Clinton, a principios de los noventa, se le enfrentaron las grandes empresas médicas y farmacéuticas y la mayoría republicana, que a partir de 1995 dominaría el Congreso. En esta ocasión, sin embargo, los demócratas controlan las dos cámaras del legislativo y el sector privado ha tomado, por primera vez, la iniciativa para plantear una reforma integral.

Congreso, Senado y el sector privado plantearán una iniciativa conjunta

Los representantes de seis de las empresas aseguradoras, médicas y farmacéuticas más potentes en EE UU se reunieron la semana pasada con el presidente y las dos mujeres a las que se les ha encargado orquestar esta reforma: Nancy Ann DeParle, jefa de la oficina de sanidad de la Casa Blanca, y Kathleen Sebelius, secretaria de Sanidad. El mismo día, Barack Obama se reunió con la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que, a su vez, se comprometió a tener la legislación pertinente antes del día 31 de julio. Después del verano, la propuesta legislativa pasaría al Senado y estaría en el Despacho Oval para ser ratificada antes de finales de año.

Para evitar que sean el Gobierno y el Congreso los que impongan una reforma muy popular entre el electorado, el sector privado ha decidido tomar la iniciativa. Ha propuesto reducir el coste anual de seguros médicos y medicamentos en unos 1.900 euros al año por familia, según una estimación aproximada del Gobierno. "Creemos que todos los americanos deberían tener acceso a servicios sanitarios baratos y de calidad", dijeron en una carta enviada al presidente. "Aplaudimos su compromiso para reformar el sistema sanitario de nuestra nación". Este grupo asegura que se puede reducir el coste de sus servicios simplificando los procedimientos administrativos, reduciendo las hospitalizaciones innecesarias y fomentando la medicina preventiva, entre muchas otras medidas.

Durante la campaña electoral, Obama planteó la posibilidad de crear un seguro médico público que cubriera a aquellas personas que no pueden costearse uno privado. Eso es precisamente lo que quieren evitar las empresas privadas, temerosas de perder una buena parte de su negocio.

La Comisión Financiera del Senado tiene hoy previsto anunciar una serie de propuestas para la creación de este tipo de seguros. Su coste inicial se calcula en más de 730.000 millones de euros para los próximos 10 años. Hasta ahora, el Estado ofrece dos tipos de seguros públicos: Medicare, para los ancianos y dependientes, y Medicaid, para las personas de escasos o nulos recursos económicos. Ambos suponen un gasto de 550.000 millones de euros anuales para el Gobierno federal.

Cuando Obama prometió reformar la sanidad, pocos creían que era un objetivo factible. Sin embargo, su estilo de gobierno ha facilitado este cometido. El presidente ha decidido supervisar el proceso pero dejar las propuestas concretas al Congreso, con la finalidad de facilitar el hecho de que se incluyan las opiniones de demócratas y republicanos y conseguir el consenso nacional que no logró Bill Clinton. El ex presidente le encargó a su mujer, Hillary, que liderara los esfuerzos para dotar a la ciudadanía de cobertura médica. Su fracaso fue estrepitoso. No consultó con el sector privado y desestimó las opiniones de la oposición en el Congreso. No fue capaz de consensuar una propuesta viable entre 1993 y 1995. Este último año, los republicanos retomaron el control de la Cámara de Representantes y del Senado, dando la reforma por muerta. En esta ocasión, aún no ha habido una voz discordante.

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