A la vieja Pegaso le cortan las alas

Iveco quiere despedir a 1.000 empleados, casi la mitad de la plantilla de su fábrica de camiones - Ya ha reducido la producción a una cuarta parte

Ayer la planta de producción estaba congelada. Sólo un gato perdido recorría los pasillos de la bestia de 374.000 metros cuadrados de hormigón, cristal y hierro. Desde hace dos meses los viernes no sale ni un camión de la fábrica Pegaso-Iveco. El segundo Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal que hizo la empresa, que comenzó el pasado febrero, redujo la producción a un cuarto: de 100 camiones diarios a sólo 28 de lunes a jueves. Iveco-Fiat alegó entonces que habían caído las ventas. Pero lo peor no había llegado. Ahora, la multinacional italiana que posee la histórica fábrica de Peg...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Ayer la planta de producción estaba congelada. Sólo un gato perdido recorría los pasillos de la bestia de 374.000 metros cuadrados de hormigón, cristal y hierro. Desde hace dos meses los viernes no sale ni un camión de la fábrica Pegaso-Iveco. El segundo Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal que hizo la empresa, que comenzó el pasado febrero, redujo la producción a un cuarto: de 100 camiones diarios a sólo 28 de lunes a jueves. Iveco-Fiat alegó entonces que habían caído las ventas. Pero lo peor no había llegado. Ahora, la multinacional italiana que posee la histórica fábrica de Pegaso en la carretera de Barcelona quiere despedir a unos 1.000 de los 2.400 empleados fijos que tiene en la factoría. El martes presentará oficialmente el ERE.

Más información

Pero el deseo de la empresa, pese a que la Consejería de Empleo no tenía ayer por la tarde constancia de él, está claro. Iveco se limitó ayer a dar datos: desde el año 2007 han caído las ventas un 75%. La compañía, que tiene 27 plantas en 16 países, produce en Madrid parte de los camiones de carretera que vende y todos los de obra. Los sindicatos calculan que por cada empleo que se pierda en la fábrica desaparecerán otros cuatro más indirectos. Es decir, proveedores, conductores, limpiadores... Cuatro mil madrileños, si nada lo remedia, a la calle.

Se abre ahora un periodo de negociación y lucha que puede alargarse durante meses. A la cabeza de todos viene la experiencia reciente de las plantas de producción de Nissan y Seat en Barcelona, donde al final se llegó a acuerdos satisfactorios para empleados y propietarios de las plantas. Pero eso pasará, previsiblemente, por un largo tiempo de negociación y batalla.

Y los obreros, representados por CC OO, UGT y CGT, plantarán cara. "Estamos radicalmente en contra. Es inadmisible. Está en juego el trabajo de muchas familias", critica Óscar Alía, secretario de organización de UGT en la empresa. CC OO pidió ayer a Aguirre que haga como otros Gobiernos autónomos y "colabore para evitar los despidos". Si no llegara el acuerdo entre empresa y sindicatos, la autoridad laboral sería la encargada de decidir sobre el ERE.

Desde que empezó en el año 1954 la fabricación en serie del primer camión, el Z-207, que tenía el caballo alado en la parrilla, la factoría ha sido casi un núcleo familiar. De padres a hijos, a nietos y hasta a parejas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Santiago de los Ríos lleva 42 años. Siempre en departamentos de verificación. Su padre trabajó en Pegaso y su hija, de 30, es una de las 450 empleadas y también ha heredado el lugar de trabajo. "Esto se tiene que arreglar entre todos. Va a ser difícil. Seguro. Costará sacrificios, pero si hay voluntad saldremos adelante. No puede ser que se despida a 1.000 personas", dice Santiago.

Y a esos sacrificios, a sus 60 años, sí está dispuesto. "Por los jóvenes", dice. Así que, si él, que tiene un amor a la empresa y a su trabajo desmedidos, que vive en ciudad Pegaso (el barrio que la empresa creó en los años cincuenta para sus empleados) y ha pasado más horas rodeado del caballo alado que nadie, se tiene que prejubilar para que otros no pierdan su puesto, lo hará.

Es probable que Santiago, que ya vivió algo parecido en 1983 cuando Iveco amenazó con cerrar la fábrica, piense en su hija cuando habla de sacrificios. Pero seguro que también se acuerda de Alfonso Fernández, de 34 años, que estaba ayer por la tarde a su lado: "Yo lo veo mal. Pero el Gobierno tiene que ayudarnos. Lo ha hecho con otras empresas y nosotros también lo necesitamos", pide Fernández.El padre y el abuelo de Alfonso también trabajaban en la fábrica. Su madre, ahora viuda, vive en Ciudad Pegaso y su novia es una compañera más de la factoría. Dos sueldos de un mismo patrón. "Si esto se va a pique nos quedaremos en la calle. Y tengo compañeros que están casados entre sí y tienen hijos. Estamos todos muy preocupados", confiesa mientras pasea por la cadena de montaje paralizada.

La empresa tiene una media de edad de 35 años. Muy joven. Y muchos han formado pareja allí. En 2000, tras una larga lucha sindical, Iveco admitió a mujeres en la cadena de montaje. "Son la alegría de la fábrica", asegura Óscar Alía. "Es todo muy familiar. El caballo es el caballo. Por eso ahora es como si te quitaran una parte de ti. Nos da igual fabricar bicis, pero que haya trabajo", insiste.

Los trabajadores de la cadena de montaje tienen un sueldo medio de 1.200 euros, 14 pagas y ocho horas diarias de jornada. Pero en los últimos meses trabajan una cuarta parte y cobran el 90% del sueldo los días que se quedan en casa. Ahora están dispuestos a negociar soluciones al problema de los despidos. Pero ya anuncian que no transigirán. Si hay que salir a la calle, saldrán. Si tienen que cortar carreteras, lo harán. Pero, y es de imaginar que Iveco lo presiente, no aceptarán que la mitad de una plantilla que todavía tiene amor a su empresa se vaya a la calle.

En una pared de la entrada de la fábrica cuelgan unos paneles con fotos de la historia de Pegaso. Hasta la fecha de hoy. "Ojo. Ahí queda mucha pared todavía para seguir escribiéndola", advierte Óscar.

Flota de camiones de Iveco paralizada en respuesta al ERE anunciado ayer por la dirección de la empresa. Santiago de los Ríos y Alfonso Fernández, en la fábrica de Iveco. / claudio álvarezCLAUDIO ÁLVAREZ

Archivado En