Cartas al director

¿Es el crecimiento progreso?

El artículo publicado el sábado 21 de marzo -Por una vida más frugal, de Nicolas Ridoux- me lleva a una serie de reflexiones. Cuando la humanidad se recuperaba de la II Guerra Mundial leí un artículo, probablemente inspirado en Keynes, que me llamó la atención: el autor decía que se avecinaba una era ilusionante, que no se debía titular la era atómica, como se decía entonces, sino la era del ocio, pues se preveían unos avances que iban a revolucionar la humanidad: máquinas que harían mucho más llevaderas las tareas rutinarias, nuevos sistemas de transporte y un largo etcét...

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El artículo publicado el sábado 21 de marzo -Por una vida más frugal, de Nicolas Ridoux- me lleva a una serie de reflexiones. Cuando la humanidad se recuperaba de la II Guerra Mundial leí un artículo, probablemente inspirado en Keynes, que me llamó la atención: el autor decía que se avecinaba una era ilusionante, que no se debía titular la era atómica, como se decía entonces, sino la era del ocio, pues se preveían unos avances que iban a revolucionar la humanidad: máquinas que harían mucho más llevaderas las tareas rutinarias, nuevos sistemas de transporte y un largo etcétera, en el que daba un lugar preferente a algo que todavía no tenía nombre, el ordenador. Avances que iban a cambiar la vida que conocíamos hasta entonces, pues con dos horas diarias de trabajo bastaría para seguir progresando.

Lo que parecía una utopía se ha cumplido, aunque sólo en parte, pues la humanidad no ha salido tan beneficiada como cabía esperar. En vez de la era del ocio ésta se podría llamar la era del negocio, basada en un crecimiento insostenible que sólo sirve para agrandar la brecha entre ricos y pobres, lo que ha propiciado que una sexta parte de la humanidad pase hambre. Se echa de menos una vanguardia de pensadores, como Nicolas Ridoux, que haga reaccionar a la sociedad.

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