Crítica:

El astuto policía cineasta

Olivier Marchal sorprendió hace unos años con un policiaco feroz, carismático y muy entretenido llamado Asuntos pendientes, en el que se beneficiaba de la lucha de egos (dentro y fuera de la pantalla) entre las estrellas Gérard Depardieu y Daniel Auteuil, y en el que se dibujaba un emponzoñado universo repleto de alfeñiques, lameculos y recaderos de la superioridad, ya fueran provenientes del poder ejecutivo, ya lo fueran del poder judicial. Se notaba que el francés sabía de lo que hablaba: antes de dedicarse a la interpretación, a la escritura de guiones televisivos y cinematográficos ...

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Olivier Marchal sorprendió hace unos años con un policiaco feroz, carismático y muy entretenido llamado Asuntos pendientes, en el que se beneficiaba de la lucha de egos (dentro y fuera de la pantalla) entre las estrellas Gérard Depardieu y Daniel Auteuil, y en el que se dibujaba un emponzoñado universo repleto de alfeñiques, lameculos y recaderos de la superioridad, ya fueran provenientes del poder ejecutivo, ya lo fueran del poder judicial. Se notaba que el francés sabía de lo que hablaba: antes de dedicarse a la interpretación, a la escritura de guiones televisivos y cinematográficos y a su puesta en escena, Marchal había sido durante años oficial de policía. En cambio, con MR 73, su nueva película, le ha dado un ataque de cineasta. De mal cineasta.

MR 73

Dirección: Olivier Marchal.

Intérpretes: Daniel Auteuil, Olivia Bonamy, Catherine Marchal, Francis Renaud, Guy Lecluyse.

Género: policíaco. Francia, 2008.

Duración: 125 minutos.

Lejos de los que podrían haber sido sus maestros más cercanos (Jean-Pierre Melville, José Giovanni, Louis Malle...), en Asuntos pendientes el director demostró haber estudiado con lupa la obra de su contemporáneo estadounidense Michael Mann y haber tomado Heat como modelo. La apuesta le salió casi redonda con una película que destacaba por la espectacularidad de los tiroteos, muy bien rodados y con un demoledor sonido, y, sobre todo, por su cruel retrato de la sociedad, cargado de existencias rotas y de una desencantada corrupción vital y laboral. En MR 73, sin embargo, cada apartado artístico está varios palmos por encima de lo que debiera: la fotografía, excesivamente quemada; el ultrarrápido montaje (a cada escena le sobran la mitad de los planos) recuerda a los peores momentos de Tony Scott; la música, más que acompañar a la dramaturgia, se convierte en omnipresente; las interpretaciones, presididas por un histrionismo más bien cargante; la dirección artística, tan inverosímil como risible (la celda del preso parece la mazmorra del conde de Montecristo, y la habitación del policía, la de un asesino en serie); las pretensiones morales, evidentemente, desmesuradas...

El nuevo trabajo de Marchal sólo ha mejorado en un sentido. Si en algo cojeaba Asuntos pendientes era en su excesiva inclinación hacia la frase sentenciosa, un registro cercano al spaghetti-western que la colocaba en varios momentos al borde de la homilía criminal cuasi paródica. En MR 73, el también guionista Marchal ha apostado más por el silencio cómplice que por la diatriba moral, lo que en algún instante se agradece.

Desde luego, la elevada apuesta del director francés, centrada en la investigación de una serie de asesinatos rituales y en la excarcelación de un criminal tras décadas de condena (ambas tramas malamente ensambladas), puede ser consecuente, porque todos los ámbitos artísticos se sitúan en el mismo nivel de grandilocuencia. Sin embargo, por muy inspirada en hechos reales que esté, esta vez se le acaban notando poco sus orígenes policiales y demasiado sus carencias cinematográficas.

Daniel Auteuil, en un fotograma de MR 73.

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