Crítica:LIBROS DE BOLSILLO | Narrativa

Escalofríos

Novela. No deja de ser curioso que cuando un tema se convierte internacionalmente en moda literaria, como ocurre últimamente con el vampirismo, las contribuciones de autores españoles sigan siendo casi ignoradas hasta por los lectores de nuestro país. Desde luego, esta Visita de tinieblas no hace concesiones a los gustos del día: sus vampiros no son barrocos y manieristas como los de Anne Rice ni buscan el glamour adolescente de Stephenie Meyer; más bien al contrario, se atiene a las pautas más clásicas y no nos ahorra cementerios cubiertos de niebla, conventos malditos llenos de...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Novela. No deja de ser curioso que cuando un tema se convierte internacionalmente en moda literaria, como ocurre últimamente con el vampirismo, las contribuciones de autores españoles sigan siendo casi ignoradas hasta por los lectores de nuestro país. Desde luego, esta Visita de tinieblas no hace concesiones a los gustos del día: sus vampiros no son barrocos y manieristas como los de Anne Rice ni buscan el glamour adolescente de Stephenie Meyer; más bien al contrario, se atiene a las pautas más clásicas y no nos ahorra cementerios cubiertos de niebla, conventos malditos llenos de imágenes decapitadas, casonas señoriales decadentes y hasta serpientes de mirada hipnótica y aciaga. Pero es una novela notable que no merece pasar desapercibida por los auténticos degustadores del género.

Visita de tinieblas

José María Latorre

Valdemar. Madrid, 2008

211 páginas. 9 euros

José María Latorre tiene una larga trayectoria literaria como estudioso del cine fantástico, guionista de televisión, narrador de cuentos y novelista. Su colección de relatos terroríficos La noche de Cagliostro (Valdemar, 2006) permanece como un hito en la memoria de muchos aficionados, entre los que me cuento. Ahora publica una novela audaz porque no retrocede ante ningún arcaísmo, escrita con un estilo sobrio y pausado, llena de detalles sabiamente truculentos que esperan y convocan la complicidad poseída del lector adicto. No hay guiños irónicos posmodernos ni se trata de un "homenaje" al género (como dicen los que se avergüenzan de su tema o quieren disimular su torpeza) sino que se integra en él con total propiedad: busca el agobio, el escalofrío y logra a veces su máximo objetivo. Será cosa de la edad, pero a mí me ha gustado más que Crepúsculo, qué quieren que les diga.

Archivado En