59ª edición de la Berlinale

Terrina de jabalí y Riesling en la sala

"Esta noche vamos a ver una película, luego a comer y, finalmente, a debatir acerca de lo que hemos visto. Es importante no mezclar las tres cosas. ¡Buen filme y buen apetito!". Con estas palabras, Thomas Struck, excéntrico director de la sección Cine Culinario de la Berlinale, presentó el martes por la noche la película Dieta mediterránea, de Joaquín Oristrell, con Olivia Molina y Paco León. Otras cuatro películas y cinco documentales se han proyectado en este apartado del festival berlinés dedicado a la gastronomía.

Esta sección, cuyas entradas se agotaron a principios de la se...

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"Esta noche vamos a ver una película, luego a comer y, finalmente, a debatir acerca de lo que hemos visto. Es importante no mezclar las tres cosas. ¡Buen filme y buen apetito!". Con estas palabras, Thomas Struck, excéntrico director de la sección Cine Culinario de la Berlinale, presentó el martes por la noche la película Dieta mediterránea, de Joaquín Oristrell, con Olivia Molina y Paco León. Otras cuatro películas y cinco documentales se han proyectado en este apartado del festival berlinés dedicado a la gastronomía.

Esta sección, cuyas entradas se agotaron a principios de la semana, combina la proyección de una película (protagonizada por la comida) con una cena temática y, como postre, debate con los directores. En el caso de Dieta mediterránea, la historia de un atormentado triángulo amoroso que se teje alrededor de una cocinera de talento, el banquete consistió en un homenaje a la cocina catalana realizado por el chef berlinés Kolja Beerberg, que bautizó Desayuno catalán para tres. Arrancó con una terrina de jabalí y membrillo de entrada, seguida por un arroz con mejillones y bratwürst, todo acompañado por abundante vino Riesling.

La gente comió y bebió tan a gusto que, a la hora del debate, pasó por encima de la película para terminar hablando de Ferran Adrià, de la línea que separa (o no) arte y cocina y de los tríos amorosos, un tema que se le ocurrió a Oristrell tras vivir una temporada en una comuna hippie. "Hay que darse uno permiso, pues en otras facetas de la vida nos pasa lo mismo que en la comida: nos gusta probar de todo", dijo el director.

Lo cierto es que la Berlinale ha apostado por el cine culinario como género noble del séptimo arte. La idea de promover un concurso cinematográfico cuyo tema fuera la comida nació hace algunos años en el pueblo italiano de Bra, en Piamonte, por iniciativa de Slow Food, asociación internacional que defiende la ecogastronomía. De allí a Berlín el paso fue rápido. "Íbamos buscando ese sabor", dice Thomas Struck director de la iniciativa, "pues cine y cocina son dos caras de la misma moneda: la Berlinale apunta a la diversidad cultural, nosotros a la biodiversidad", y Slow Food era un socio imprescindible.

El ciclo del cine culinario se abrió el domingo con Food Inc., de Robert Kenner, y se cierra esta noche con el documental Terra Madre, de Ermanno Olmi, que irá acompañado de una selección de pasta italiana que será realizada por la cocinera Cornelia Poletto.

Un fotograma de Food Inc., filme del ciclo Cine Culinario de la Berlinale.
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