Cartas al director

Una vez en la vida...

Todo el mundo, al menos una vez en la vida, debería ser camarero para apreciar lo complicado de memorizar varios pedidos al mismo tiempo, con interminables jornadas de trabajo; o teleoperador, para tener que aguantar una tremenda bronca de un cliente descontento sin tener culpa de nada, sólo porque tu labor es contestar al teléfono.

Al menos una vez en la vida se debería ser comercial, para sufrir en las propias carnes el desprecio de quien no se molesta en ser educado contigo, ni escucharte. Habría que ser también controlador de la zona azul, para al menos por una vez soportar las mira...

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Todo el mundo, al menos una vez en la vida, debería ser camarero para apreciar lo complicado de memorizar varios pedidos al mismo tiempo, con interminables jornadas de trabajo; o teleoperador, para tener que aguantar una tremenda bronca de un cliente descontento sin tener culpa de nada, sólo porque tu labor es contestar al teléfono.

Al menos una vez en la vida se debería ser comercial, para sufrir en las propias carnes el desprecio de quien no se molesta en ser educado contigo, ni escucharte. Habría que ser también controlador de la zona azul, para al menos por una vez soportar las miradas de desdén mientras caminas por la calle haciendo tu trabajo... Y como éstos muchos casos más. En ocasiones, escudos humanos de grandes empresas; en otras, sencillamente, la necesidad de ganarse la vida donde nadie quiere hacerlo. Por unas u otras razones, cada vez son más los que prefieren tratar con máquinas y no con personas... Estamos perdiendo humanidad.

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