Análisis:EL ACENTO

¿Héroe o villano?

Las voces que buscaban el mejor adjetivo para ensalzar las proezas de un héroe se han visto, de pronto, obligadas a callar. Wilson Rivera, el ecuatoriano que el martes contribuyó a evitar un crimen machista en Barcelona, tenía algunas cuentas pendientes con la justicia. Hace un par de años su ex pareja lo acusó de haberla maltratado, física y psíquicamente. Un juez dictó de inmediato una orden de alejamiento, pero Rivera defiende que fue absuelto en el juicio y que la denuncia era una patraña.

¿Se trata de una nueva versión de la vieja historia que Stevenson contó tan bien en ...

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Las voces que buscaban el mejor adjetivo para ensalzar las proezas de un héroe se han visto, de pronto, obligadas a callar. Wilson Rivera, el ecuatoriano que el martes contribuyó a evitar un crimen machista en Barcelona, tenía algunas cuentas pendientes con la justicia. Hace un par de años su ex pareja lo acusó de haberla maltratado, física y psíquicamente. Un juez dictó de inmediato una orden de alejamiento, pero Rivera defiende que fue absuelto en el juicio y que la denuncia era una patraña.

¿Se trata de una nueva versión de la vieja historia que Stevenson contó tan bien en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde? ¿Es Rivera el ciudadano ejemplar que no duda en arriesgar su vida para evitar que un energúmeno liquide a una mujer y al mismo tiempo es un indeseable agresor? El ecuatoriano dijo, para quitar importancia a su valiente intervención, que había actuado "por instinto" para salvar a esa desconocida de origen ruso que llegó a recibir hasta media docena de puñaladas de Jesús María P. A. Más tarde comentó que no entendía cómo se podía "maltratar así a una chica".

Un maltratador horrorizado por el maltrato? Los vecinos del bloque de pisos en el que vive Rivera con su actual mujer

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han contado que las discusiones entre ambos son frecuentes y que, de vez en cuando, al hombre se le va la mano. Esta vez, sin embargo, no hay ninguna denuncia contra este hombre de 37 años, que sirvió durante 12 en la Marina ecuatoriana

y que desde hace seis trabaja en la construcción en Barcelona.

Frenó su coche, sacó un tubo de plomo, golpeó al agresor, se llevó de allí a la agredida. La salvó. Lo hizo con un operario de gas y con un oficinista. La Generalitat prometió medallas al mérito policial; la prensa se lanzó a entrevistarlo

y a levantar un altar que celebrara su arrojo. Luego apareció la condición humana con sus luces y sombras para complicar las cosas. ¿Se redimió Rivera de sus inclinaciones agresivas o conviven en él el héroe y el villano? Ahí están las contradicciones de siempre. Las mismas que llevan a tantos impecables ciudadanos a salir escopetados a esconderse, y ni siquiera mirar al desalmado que está matando a una mujer.

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