Reportaje:

Política en braille

Una diputada ciega, única representante discapacitada en la Asamblea

Hasta que Fátima Peinado, de 31 años, fue elegida diputada de la Asamblea en las elecciones de mayo de 2007, los semáforos de las calles de Pablo Neruda y de Candilejas, en Vallecas, no habían pitado nunca. Fue la nueva representante regional la que solicitó a la junta de distrito que colocara semáforos sonoros para poder hacer a pie el trayecto desde la estación de Entrevías hasta el edificio de la Asamblea. Porque la portavoz socialista de Educación en la Cámara, la única representante discapacitada de esta legislatura, es ciega.

Cada día, Peinado toma el tren en Las Rozas, donde vive...

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Hasta que Fátima Peinado, de 31 años, fue elegida diputada de la Asamblea en las elecciones de mayo de 2007, los semáforos de las calles de Pablo Neruda y de Candilejas, en Vallecas, no habían pitado nunca. Fue la nueva representante regional la que solicitó a la junta de distrito que colocara semáforos sonoros para poder hacer a pie el trayecto desde la estación de Entrevías hasta el edificio de la Asamblea. Porque la portavoz socialista de Educación en la Cámara, la única representante discapacitada de esta legislatura, es ciega.

Cada día, Peinado toma el tren en Las Rozas, donde vive, y tarda casi una hora hasta que llega a su despacho. "El camino más corto no siempre es el más seguro", bromea, enarbolando su bastón en la estación de Cercanías. Mientras camina, apunta las dificultades que supera cada día, como tener que dar un rodeo y hacer un doble cruce para evitar la carga y descarga del centro comercial contiguo. "El bastón es fácil que se meta debajo de un camión y, entonces, te choques con la puerta abierta", explica. Son miles los obstáculos que la acechan y durante el camino se golpea varias veces. "En la acera convivimos farolas, peatones y bicis", recuerda.

Quizá lo más sorprendente es comprobar que el sonido de la fuente de la plaza de la Asamblea impide escuchar el pitido de los semáforos. Cuando llega a esa altura, lo normal es que Peinado pregunte en alto si ya puede pasar y, si no hay nadie, se arriesga. "Tuve un resto visual muy bueno hasta los 11 años. Me sirve para moverme mejor, porque tengo en la cabeza el concepto tridimensional", explica.

Esta diputada, licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración, y que hasta 2007 trabajaba para la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE) en investigación de mercados, llegó a la política por su labor en las organizaciones para discapacitados. Pertenecía al Comité Español de Representación de Minusválidos (CERMI) y era consejera territorial de la ONCE. "Yo había coincidido en algunos de estos grupos con Matilde Fernández [diputada socialista y ex ministra de Asuntos Sociales]. Por eso me llamó Rafael Simancas y me ofreció ir en su lista", dice. Salió en el puesto número 27.

Desde el principio de la legislatura trabaja en el área de Educación, una de las competencias autonómicas más importantes y, por tanto, un pilar de la labor de oposición. "Estoy muy satisfecha de que no se hayan restringido mis responsabilidades. Parece que siempre tienes que dedicarte a temas de discapacitados y eso influye en la imagen de normalidad", afirma.

Ya en el interior de la Asamblea, los peligros parecen menos. El edificio fue adaptado completamente, en colaboración con la ONCE y varias instituciones, según el portavoz de la Cámara. Se instaló un ascensor, rampas y niveles en el suelo "acordes a la última legislación". Además, hay baños para discapacitados en todas las plantas e incluso, gracias a un convenio con la Asociación Nacional de Sordos, se retransmiten los plenos importantes en el lenguaje de los signos por Internet.

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"Es un edificio sencillo, pero hay mucha bandera, banquitos y mesas para moverse con facilidad", rebate la diputada. "No es un edificio adaptado. La que se adapta soy yo". Como ejemplo de sus dificultades explica qué hace en las votaciones. "Ya sé distinguir los botones del sí y del no, pero para corroborar que he marcado bien, tengo que pedirle ayuda al diputado de al lado".

En lo que no hay dificultades es en su trabajo de oficina. "No sabría vivir sin mis aparatejos", bromea, mientras muestra cómo funcionan. Pero lo más sorprendente es ver a Fátima Peinado cuando se dirige al hemiciclo desde la tribuna. Entonces, prescinde de notas como sus colegas diputados (podría usarlas en braille). "No me lo aprendo", asegura. Enhebra su discurso con la única ayuda de la memoria.

La diputada socialista Fátima Peinado se dirige a la tribuna del hemiciclo de la Asamblea.LUIS SEVILLANO

Los precursores

Antes de Fátima Peinado, la Asamblea tuvo dos diputados discapacitados, ambos invidentes. Pese a que el hemiciclo está adaptado para que las personas con dificultades de movilidad accedan a un escaño, hasta ahora los diputados no los han utilizado.

El pionero fue el socialista Rafael de Lorenzo, que tuvo su escaño en la tercera legislatura (1991-1995) y nunca llegó a pisar como representante los pasillos del actual edificio, sino el Viejo Caserón de la calle de San Bernardo.

El siguiente fue Emilio Sainz de Murieta (PP). Diputado en la quinta legislatura (1999-2003), en la que fue presidente de la Comisión de Presidencia. También fue director general de Economía.

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