Análisis:EL ACENTO

La eterna juventud

Ricardo Coler es médico, y un día cogió sus bártulos y se fue a un pueblo de Ecuador, Vilcamba. Quería conocer el secreto de la longevidad de sus habitantes, muchos llegan a vivir más de 110 años, y contarlo. Lo ha hecho en un libro que ha publicado en Argentina, donde triunfó ya con uno anterior en el que se ocupaba de una sociedad matriarcal de China, los mosuo. Si entonces llegó a una conclusión, que los hombres son allí más felices, esta vez las cosas no parecen tan claras.

Ese viejo afán de los hombres de perseguir la eterna juventud. Se lo dijo de manera rotunda Mefistófeles al Fa...

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Ricardo Coler es médico, y un día cogió sus bártulos y se fue a un pueblo de Ecuador, Vilcamba. Quería conocer el secreto de la longevidad de sus habitantes, muchos llegan a vivir más de 110 años, y contarlo. Lo ha hecho en un libro que ha publicado en Argentina, donde triunfó ya con uno anterior en el que se ocupaba de una sociedad matriarcal de China, los mosuo. Si entonces llegó a una conclusión, que los hombres son allí más felices, esta vez las cosas no parecen tan claras.

Ese viejo afán de los hombres de perseguir la eterna juventud. Se lo dijo de manera rotunda Mefistófeles al Fausto de Goethe: "El tiempo es corto". Fausto acababa de proclamar sus locas ambiciones. "Quiero consagrarme todo entero al vértigo, a los goces más terribles, al amor que participa del odio, al desaliento que eleva", había dicho, y por eso tuvieron al final que apañar una modesta transacción comercial. El hombre vendió su alma al diablo, y disfrutó del frenesí. Como Dorian Gray, la criatura de Oscar Wilde. "Me volveré viejo, horrible, espantoso. Pero ese retrato permanecerá siempre joven", observó. Y decidió darlo todo, incluso el alma, para permanecer radiante.

Han vendido sus almas al diablo los habitantes de Vilcamba para vivir tanto tiempo? Coler, un tipo de nuestro tiempo, no les preguntó por esa antigualla. Pensó que el secreto tenía que residir en su dieta. "Comen con toda la sal del mundo, consumen alcohol y tabaco y se drogan con chamico, sustancia altamente tóxica. Y, además, practican el sexo todo lo que pueden", ha explicado. No hay duda: esas gentes han tenido por fuerza que vender sus almas a Mefistófeles.

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Con lo que se abre una grave cuestión. ¿Merece en verdad la pena atiborrarse de lechugas para seguir durando? El escritor William Burroughs tenía una pequeña maleta llena de estupefacientes, que consumía con disciplina germánica, y murió a los 83 años. Al inventor del footing, en cambio, lo fulminó un ataque al corazón cuando tenía 53. No hay fórmula que valga. Si no existe ya el diablo para garantizar una vida de vértigo, ¿hay que sustituirlo por el dietista? ¿No será que el error está en las locas ambiciones de Fausto y Dorian Gray? El culto al exceso, la veneración por la divina juventud.

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