12º Congreso regional del PP

Señoras, organización

A pesar de todas las precauciones que tomé para no perderme la entrada de los vips al congreso, acreditarme me llevó esperar cerca de una hora. Bueno, no exactamente esperar, sino más bien caminar, buscando la tarjetita de marras. Organizan peor que gobiernan, que ya es decir. Primero, una señora me mandó salir del edificio y girar a la derecha. Me podía haber imaginado la dirección, pero no: caminé y caminé y por la derecha no encontré nada. Volví a la sala de organización y pregunté a otra señora: "Salga y gire a la izquierda". Media hora después no había encontrado tampoco nada.
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A pesar de todas las precauciones que tomé para no perderme la entrada de los vips al congreso, acreditarme me llevó esperar cerca de una hora. Bueno, no exactamente esperar, sino más bien caminar, buscando la tarjetita de marras. Organizan peor que gobiernan, que ya es decir. Primero, una señora me mandó salir del edificio y girar a la derecha. Me podía haber imaginado la dirección, pero no: caminé y caminé y por la derecha no encontré nada. Volví a la sala de organización y pregunté a otra señora: "Salga y gire a la izquierda". Media hora después no había encontrado tampoco nada.

Como soy hombre de fe, persistí y finalmente hallé a dos muchachos y una chica que atendían a la prensa. Mientras la burocracia seguía su proceder me di cuenta de que tanto por la derecha como por la izquierda se llegaba al mismo sitio (tomen nota). Así que me entregaron la cartulina y les dije que estaba muy cabreado, y que eso se notaría en mis crónicas. Alzaron los hombros, disculpándose, y amablemente me señalaron el camino más corto para llegar a la sala del congreso. Solo cien metros de pasillo interior, pero las dos señoras me hicieron andar una hora (ojalá perdáis las elecciones).

De vuelta al hall y a falta de vips hablé con Manolo Gimeno, alcalde de Lloc Nou de la Corona (cuarenta o cincuenta habitantes y quince millones de pesetas de presupuesto). Manolo no lo sabe, pero en esa pedanía presenté yo a mi amigo Sebastià, El Roget, por el Bloc. No sacamos ni un voto, pero tampoco perdimos mucho. Unas semanas antes, nos dimos una vuelta por allí y preguntamos a un vecino cuánto terreno tenía el pueblo: "No res, dos carrers", sonrió el muy socarrón. O sea, que no había solares ni para un PAI con pisos para pigmeos. Con todo, yo estaba decidido a convocar un mitin con el fin de trasladar a los electores nuestro compromiso: honradez y responsabilidad con las arcas municipales. Sin embargo, el Bloc no lo creyó oportuno (o les sobran concejales o vieron la foto de El Roget).

Cuando empiezan los discursos me largo. Paso por una sala donde veo a un tipo boxeando con un muñeco de una televisión interactiva, que ha montado el partido para evitarle al personal el coñazo de los oradores (pienso si hoy, domingo, a Mariano Rajoy le resultará un coñazo venir a Valencia a clausurar el congreso. Me lo pregunto inquieto, porque en una semana estaría dos veces de acuerdo con él). En la salida, armando bulla con pitos y otros instrumentos, un grupo de trabajadores de la empresa Tragsa piden un incremento salarial (qué poca consideración, con la que está cayendo). Mientras me alejo, oigo la primera ovación unánime. Alguien me informa de que se la han dedicado a Adela Pedrosa, alcaldesa de Elda, presidenta o algo similar del Comité Organizador; la señora cuyas empleadas, enviándome ahora por la derecha y después por la izquierda, me han bajado el nivel del azúcar.

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