Reportaje:LIBROS | Ensayo

Largo viaje al Imperio del Centro

A la sombra de los Juegos Olímpicos, las librerías ofrecen un sinnúmero de títulos para conocer la realidad de China

Los libros sobre China han dejado de ser una rareza o un exotismo para convertirse en casi una sección ineludible de muchas librerías. A medida que el gigante asiático se va transformando en una potencia económica y amenaza con plantar cara más pronto que tarde al imperio estadounidense, se multiplican los textos que tratan de analizar, explicar o simplemente contar cómo es el dragón y cuán temibles sus fauces. Sólo faltaban los Juegos Olímpicos para dar carta de naturaleza a un fenómeno que no deja de ser sino un reflejo automático del interés creciente que China suscita en los ámbitos más di...

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Los libros sobre China han dejado de ser una rareza o un exotismo para convertirse en casi una sección ineludible de muchas librerías. A medida que el gigante asiático se va transformando en una potencia económica y amenaza con plantar cara más pronto que tarde al imperio estadounidense, se multiplican los textos que tratan de analizar, explicar o simplemente contar cómo es el dragón y cuán temibles sus fauces. Sólo faltaban los Juegos Olímpicos para dar carta de naturaleza a un fenómeno que no deja de ser sino un reflejo automático del interés creciente que China suscita en los ámbitos más diversos. Uno de sus principales atractivos radica en que emerge del remolino que está engullendo al mismo tiempo a Oriente y Occidente y del que brota el mundo globalizado. De ahí que no haya aventurero, artista, pensador, escritor o político que no sienta la tentación de sumergirse en sus aguas y dejarse arrastrar por ellas con la intención de descubrir qué hay más allá de las imágenes -muchas estereotipadas- que nos llegan del Imperio del Centro.

A medida que el gigante asiático se convierte en una potencia, se multiplican los textos que tratan de analizar cómo es el dragón y cuán temibles sus fauces
No hay aventurero, artista, pensador, escritor o político que no sienta la tentación de sumergirse en sus aguas y dejarse arrastrar por ellas

En los últimos meses, se han publicado en España desde cuasi manuales basados en el conocimiento directo sobre lo que van a encontrarse los empresarios que quieran establecerse en China, como el notable El enigma chino (Espejo de Tinta), del pionero Marcelo Muñoz, con 30 años de experiencia en el Imperio del Centro, hasta análisis de las claves para entender la evolución del país, como La segunda revolución china (Destino), de Eugenio Bregolat, dos veces embajador de España en la República Popular, e incluso libros casi de texto sobre la lengua china, como Manual de traducción (Gedisa), del también veterano estudioso y traductor Laureano Ramírez Bellerín.

La nueva hornada de autores españoles incluye desde actualizaciones de guías turísticas a acercamientos a la vida cotidiana. Es el caso de Por China con palillos (Destino), en el que la periodista Andrea Rodés deja claro con un subtítulo (Pistas para descubrir el país olímpico) su intención de aprovechar el momento. La inmediatez y la frescura, ya que no la profundidad, constituyen su principal activo. Mayor ambición y aliento literario muestra Los mares de Wang (Alfaguara), de Gabi Martínez, un espectacular viaje desde el norte al sur de la costa china, zona donde se han producido los mayores cambios del país. La peculiaridad de esta casi novela es el asombro ante la transformación de China no del extranjero, sino de su traductor, un joven del interior poco preparado para lo que iba a descubrir, mientras el autor se debate entre la seducción y las fuertes contradicciones que propulsa el vértigo del desarrollismo. Otro español, el abogado Javier Cremades, que en los últimos años ha viajado extensamente por el país, ofrece en China y sus libertades (Espasa) un análisis de la evolución reciente del dragón, teñido por sus intereses profesionales que, como era inevitable, le lleva a vaticinar que jugará un papel clave en la historia de este siglo.

Sin duda, China experimenta en el siglo XXI lo que Europa en el XV y el XVI: el renacimiento. Con un claro sentimiento de orgullo por haber dejado atrás el ominoso siglo que comenzó con la Guerra del Opio (1840) y terminó con el triunfo del Partido Comunista Chino (1949), Pekín juega con la fascinación que siempre ejerció en los occidentales para invitarles a descubrir cómo, aupados en una cultura milenaria y superior, los dirigentes actuales se han servido de la complejidad histórica para combinar, en un exitoso proceso, el impulso industrial, comercial y tecnológico de Occidente con su singular capacidad de adaptación a las dificultades que plantea un mundo globalizado. Todo sin que el régimen (oficialmente comunista, centralista en la forma y capitalista en lo económico) suelte las riendas del poder.

Conocer China es importante y nada mejor para ello que una aproximación histórica. Entre la avalancha de novedades destaca El dragón y los demonios extranjeros. China y el mundo a lo largo de la historia (RBA). El británico Harry G. Gelber, politólogo y académico, expone con la pasión mixta del analista, historiador y periodista la evolución de las relaciones del Imperio del Centro con el mundo exterior en los últimos 3.000 años. Se detiene en la época de las invasiones mongolas y relata la curiosidad con que se descubren China y Rusia y los choques armados que originan la necesidad de delimitar las fronteras entre los dos vastos imperios. Corría 1689 y fue "la primera vez que China entablaba auténticas negociaciones con una potencia extranjera".

La decadencia del gigante en los siglos XIX y XX (el dragón convertido en peón), la brutal transformación que operó el comunismo y la acelerada conversión en superpotencia, un proceso aún en marcha y repleto de esperanzas pero también de riesgos, culminan el libro, cuya conclusión rebate el excesivo optimismo chino sobre su ascenso, sostiene que EE UU seguirá en el podio una buena temporada, critica los humos nacionalistas chinos y aboga por un mayor entendimiento entre Pekín y Washington. Su amena lectura queda interrumpida, a veces sin acierto, por los apoyos sobre temas tan distintos como Marco Polo, los eunucos o la vida privada de Mao Zedong, aunque el principal reproche que puede hacerse a este volumen riguroso -que no exhaustivo- es que refleja una perspectiva occidental que deja escapar algunas claves.

La crítica se extiende a la mayoría de los libros que se están publicando, en los que apenas tienen eco las opiniones y las voces analíticas que han surgido dentro del país. La huida de estos trillados cauces es el principal aliciente de ¿Qué piensa China? (Icaria / Política Exterior), de Mark Leonard, politólogo y director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. En este ensayo se mira a China como centro generador de ideas y se rechaza el pensamiento único que se atribuye al régimen, lo que se demuestra recogiendo en sus apenas 180 páginas el intenso debate abierto tanto en la cúpula del poder como entre los intelectuales. "La historia de los próximos 30 años tratará sobre cómo una China con más confianza en sí misma tiende la mano al mundo y contribuye a darle forma", afirma Leonard. Los académicos e intelectuales que cita son, al igual que buena parte de la población, muy críticos con la corrupción y los jefes locales del Partido Comunista Chino, que bajo la cobertura de la privatización "saquean y trocean los bienes del país".

Según Leonard, en la actualidad asistimos a una emergencia del modelo chino que pasa por la emancipación de China de Occidente y crea "un camino alternativo no occidental que el resto del mundo puede seguir". El capitalismo de Estado, el respaldo a la ONU y la defensa de las fronteras y de la soberanía nacional son algunas de las claves que Pekín está ya introduciendo en el nuevo orden mundial. Esta realidad ha comenzado a desafiar la influencia occidental en África, Asia, Oriente Próximo, América Latina y la ex Unión Soviética con un modelo diferente y más cercano de globalización.

En el recorrido por las librerías, también aparecen otros textos que pretenden explicar las ideas que conforman la personalidad del país, como China: Historia del pensamiento (Alianza), de Jesús Mosterín; recuperaciones literarias, como los Cuentos maravillosos de la antigua China (Oberon); relatos de la vida cotidiana antes de la última apertura a Occidente, como La pasajera del silencio (Salamandra), de Fabienne Verdier; retornos a las esencias culturales, como Mitología de la China antigua (Alianza), de Gabriel García-Noblejas; y miradas sobre el mundo de la disidencia, capítulo en el que cabe destacar el magnífico Vientos amargos (Libros del Asteroide), de Harry Wu, en colaboración con Carolyn Wakeman. Sobre la disidencia está también Elementos perniciosos (Península), de Ian Buruma, tal vez el mejor ejemplo de cómo la moda china puede conducir a excesos como el que se presente como novedad la traducción de un libro "de actualidad" escrito seis años antes.

Las novedades llegan también al terreno de la ficción, donde se reeditan novelas como La familia del barrio chino (Ediciones del Viento), de Lin Yutang, prolífico narrador que escribía en inglés y llegó a ser candidato al Nobel que, por cierto, ganó su amiga y mentora Pearl S. Buck; y El sorgo rojo (Backlist), de Ya Ding, que ilustra con perfiles autobiográficos la vida del campesinado en tiempos de la Revolución Cultural. Y atención, para septiembre Salamandra anuncia una nueva novela de Dai Saijie, el autor deBalzac y la joven costurera china. -

Vista de la ciudad china de Shanghai.BLOOMBERG NEWS

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