Columna

Cámaras ocultas

Todos supimos de la noticia a través de la televisión. Un guardia penitenciario llamado Sheperd Yuda filmó con cámara oculta la manipulación de votos en el proceso electoral de Zimbabue. La sacó del país para el periódico The Guardian y a continuación se vio obligado a salir del país con su familia para no perder la vida.

En definitiva, la película de este hombre demuestra que los partidarios de Robert Mugabe manipularon votos y amenazaron a los votantes. Enseña como los guardias penitenciarios eran obligados a rellenar papeletas en favor de Mugabe, mientras eran observados por l...

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Todos supimos de la noticia a través de la televisión. Un guardia penitenciario llamado Sheperd Yuda filmó con cámara oculta la manipulación de votos en el proceso electoral de Zimbabue. La sacó del país para el periódico The Guardian y a continuación se vio obligado a salir del país con su familia para no perder la vida.

En definitiva, la película de este hombre demuestra que los partidarios de Robert Mugabe manipularon votos y amenazaron a los votantes. Enseña como los guardias penitenciarios eran obligados a rellenar papeletas en favor de Mugabe, mientras eran observados por los partidarios del presidente, que juró su cargo el 29 de junio tras estas elecciones. Ya recordarán ustedes que el líder de la oposición se retiró.

En televisión abundan los programas con cámara oculta para desenmascarar lo más insólito

Después de esta noticia una servidora piensa en las cámaras ocultas de las televisiones que vemos a diario. Cámara oculta para desenmascarar a un señor que opera labios y pechos sin tener el título. Cámara oculta para desenmascarar a un concursante de Gran Hermano que odia a otra concursante a la que dice amar. Cámara oculta para demostrar que los jóvenes se drogan. Cámara oculta para demostrar que el nadador David Meca hace trampa al batir sus récords acuáticos. Cámara oculta para demostrar que el castellano en Cataluña está perseguido y cámara oculta para demostrar (lo juro) que los catalanes somos más avaros que los madrileños porque no damos tanto dinero a una reportera que nos lo pide.

Estos programas nuestros de cámara oculta son trepidantes, ya saben. No hay un plano que dure más de tres segundos. No hay declaración que dure más de una frase (corta). Se ocultan los rostros de los que hacen declaraciones a pesar de que éstos consientan en hacerlas. El presentador o la presentadora simula no ir maquillado o peinado (pero sin pasarse, que tampoco es cuestión de parecer feo). Las cámaras se situan lejos de la acción, aunque la acción claramente esté montada y ensayada. El sonido no es del todo bueno, no sea que olvidemos el supuesto riesgo de los reporteros al hacer esta labor. Si se entrevista a un experto, alcalde o afectado se cortan sus declaraciones para que -si conviene- parezca que ha dicho lo que no ha dicho. Y se pone música que destaque los momentos tensos, no vaya a ser que no se noten.

No está mal desenmascarar médicos que operan labios sin título. No está mal contar -una vez más- que hay jóvenes que se drogan. Pero da risa ver a los reporteros gritando: "¡Esto que tengo en la mano es una papelina y me ha costado 60 euros!", para, a continuación, preguntarle al presunto vendedor: "¿Y tus padres ya lo saben?".

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En uno de estos programas -creo que era Callejeros- salió un señor con el rostro tapado y encima de una moto. Me parece recordar que contaba que en el barrio donde vivía había mucha droga. Lo hacía con la cara destapada. Pero luego, en el mismo reportaje salían unas imágenes del barrio. Y el mismo señor de la cara tapada, con el mismo jersey y la misma moto aparecía con el rostro oculto. En este caso su papel ya era otro. Esta vez ejercía de vendedor de droga (desde luego una cosa no es incompatible con la otra).

Un día de estos, veremos un programa de cámara oculta explicándonos que los bolsos del top manta son falsos. Y otro día, nos explicaran que los trileros hacen trampa. No es que esté mal, pero, hombre. Yo les deseo una temporadita en Zimbabue. Eso sí es una cámara oculta, hombre.

moliner.empar@gmail.com

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