LA CALLE / No funciona

Inmovilismo

M. A. G., persona con movilidad reducida, estaba un día esperando el autobús, de la línea 44, y cuando éste llegó a la parada, explica: "Pasó que el conductor, muy comprensivo con mi situación, no sacó la rampa porque si la sacaba, luego para guardarla tenía que apagar motores y desconectar baterías, me dijo. Me lo creí porque fue el mismo autobús que dos horas antes me había hecho llegar tarde al trabajo, ya que la rampa salió, pero luego costó lo suyo que se recogiera". M. A. G. termina su escrito con una petición a TMB: "Formen a los conductores en la utilización de todo el vehículo, inclui...

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M. A. G., persona con movilidad reducida, estaba un día esperando el autobús, de la línea 44, y cuando éste llegó a la parada, explica: "Pasó que el conductor, muy comprensivo con mi situación, no sacó la rampa porque si la sacaba, luego para guardarla tenía que apagar motores y desconectar baterías, me dijo. Me lo creí porque fue el mismo autobús que dos horas antes me había hecho llegar tarde al trabajo, ya que la rampa salió, pero luego costó lo suyo que se recogiera". M. A. G. termina su escrito con una petición a TMB: "Formen a los conductores en la utilización de todo el vehículo, incluida la rampa de acceso, y contraten servicios de mecánica móvil para que cuando falle algún dispositivo tengan forma de arreglarlo en cuestión de dos o tres paradas". La empresa dice que el autobús estaba averiado, por eso no prestó el servicio, y añade que la señora podía esperar otro vehículo ya que todos están ya adaptados. Sin comentarios.

Peor es lo que le ocurrió a J. B.: compró unos billetes para el tren Arco Málaga-Valencia y señaló que iba en silla de ruedas. Renfe se enteró, porque envió confirmación por mensaje telefónico. Pero cuando llegó a la estación no había nadie para ayudarlo a subir al tren. Para colmo, la silla no cabía en el pasillo que llevaba a su plaza. Tampoco cabía para dirigirse al lavabo. Sólo pudo instalarse en la cafetería. "¡Nueve horas y sin poder ir al baño!". Y la persona que lo acompañaba, en otro vagón. Para comunicarse con él tenía que aprovechar movimientos de otros pasajeros. Pidió al interventor bajar en Córdoba para ir al lavabo. Imposible, le dijo, no había tiempo. El tren estuvo allí estacionado media hora. Sí pudo bajar en Linares y Alcázar de San Juan, porque había cambiado el interventor. Cuando llegó a Valencia y acudió a la oficina de atención al cliente, por poco lo machacan por ir en una silla tan grande (las medidas, que adjunta, son las comunes).

La dirección de Renfe ha resultado tener algo más de sensibilidad que dos de sus empleados. Reconoce todos los errores y se ha dirigido ya a J. B. para pedirle disculpas y ofrecerle un viaje gratuito para cuando él quiera. En un tren adaptado.

Para quejas sobre las administraciones y empresas públicas pueden dirigirse a catalunya@elpais.es a la atención de Francesc Arroyo.

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