Columna

Audiovisual de futuro

Otra vez, en esta ocasión como presunta conclusión derivada de los bajos resultados en lenguas de los estudiantes gallegos en selectividad (no han superado el seis como nota media), los expertos universitarios han cargado contra la malévola influencia de la hegemonía de la cultura audiovisual entre los jóvenes. Un satanizado censo de medios audiovisuales, desde la televisión, el cine, los videojuegos hasta la telefonía móvil con sus abreviados sms estarían en la base de ese fracaso lingüístico. Como enseñanza de lenguas, se refieren a la del castellano, el gallego y el inglés. Por mucho...

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Otra vez, en esta ocasión como presunta conclusión derivada de los bajos resultados en lenguas de los estudiantes gallegos en selectividad (no han superado el seis como nota media), los expertos universitarios han cargado contra la malévola influencia de la hegemonía de la cultura audiovisual entre los jóvenes. Un satanizado censo de medios audiovisuales, desde la televisión, el cine, los videojuegos hasta la telefonía móvil con sus abreviados sms estarían en la base de ese fracaso lingüístico. Como enseñanza de lenguas, se refieren a la del castellano, el gallego y el inglés. Por mucho que se las meta en el mismo saco hay notables matices en la problemática de su aprendizaje. En lo que se refiere al inglés, por ejemplo, diré simplemente que no conozco a ningún individuo que haya acabado su ciclo de enseñanza obligatoria en España conociendo suficientemente el idioma. Y digo esto desde mis cinco décadas de existencia que engloban el período en que ni los videojuegos ni los móviles existían, al mismo tiempo que la televisión se iba introduciendo gradualmente en la vida social.

Es difícil sostener que la mayor o menor cultura de un individuo se mida por saber usar la h muda

Tan reiterada queja académica no deja de parecerme una superstición tan mostrenca como ésa de que las mujeres en período de menstruación o pueden bañarse o pueden preparar salsa mahonesa. Como mayor constatación, valga que el argumento más invocado no tiene que ver propiamente con ninguna competencia idiomática, sino con la rancia ortografía.

Pero es difícil sostener con racionalidad que la mayor o menor cultura de un individuo se mida por la capacidad para introducir ortográficamente la h muda o diferenciar en la escritura la b y v, cuyas reglas de utilización no se corresponden con diferencias reales de pronunciación sino con una arbitraria y errática fijación etimológica, como bien sabe cualquiera iniciado mínimamente en filología. Mucho me temo que desde el ámbito académico se pretende desviar la atención de las reales carencias pedagógicas. También acuden a esa satanización audiovisual los escritores mediocres que no logran un número mínimo de lectores.

El objetivo de la competencia lingüística no es otro que la comunicación, y si la televisión, el cine, los videojuegos han conquistado el ocio de la mayoría es porque efectivamente comunican con eficiencia. Se puede ser muy apocalíptico, pero los que invocan ese analfabetismo funcional olvidan con demasiada facilidad que nunca en la historia de la civilización se difundieron tantas publicaciones y que los usuarios de ordenadores no leen papeles pero leen infinidad de pantallas.

Otra cuestión bien diferente es que los seres humanos tengamos alguna cosa relevante que comunicar. Pero la presunta perversión de esos contenidos no es consecuencia de la comunicación audiovisual, sino de otras causas bien más profundas que pueden aquejar a la condición humana. En cualquier caso, la comunicación se rige también por lo que se llama "economía lingüística", y hay una evidente racionalidad en utilizar en un SMS "ke" y no "que": el ahorro de un caracter. Sumémosle a ello, además, la tendencia más moderna y más racional de acercar lo máximo posible la ortografía a la pronunciación.

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La parte hipócrita de esta queja académica es que sus portadores no reclaman revisión alguna de sus métodos didácticos, sino que además, partiendo de la aceptación de la omnipresencia de lo audiovisual, deberían reclamar, en coherencia, la introducción de la comunicación en los planes de enseñanza obligatorios. Recientemente, el sector audiovisual gallego presentó al presidente Touriño un decálogo que entre otras peticiones, solicitaba la incorporación del audiovisual a la enseñanza. Pocas reivindicaciones pueden estar tan cargadas de razón como ésta. La comunicación audiovisual forma ya parte del medioambiente de todos, estudiarla nos hará a todos más responsables y libres en su uso. A no ser que queramos sumarle otro fracaso a la enseñanza obligatoria. A mi generación, por ejemplo, nos enseñaron el teorema de Pitágoras, pero malamente puedo intuir la superficie de la habitación en la que escribo este texto.

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