Una mujer muere atropellada por un coche en una acera de Vicálvaro

El conductor dio negativo en el control de alcoholemia que se le realizó

María iba a coger el autobús cerca de su casa de Vicálvaro para ir a trabajar. Eran las siete de la mañana. No llegó a tomarlo porque un coche la atropelló en la acera. Mientras esperaba para cruzar por el paso de peatones hacia la parada, un turismo se llevó por delante el semáforo y la arrolló. La mujer, sexagenaria según los vecinos, murió en el acto. El conductor, un hombre de alrededor de 20 años que dio negativo en el control de alcoholemia, declaró a la Policía Municipal que había perdido el control de su Renault Mégane.

La calle de Casalarreina, donde se produjo el atropello, e...

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María iba a coger el autobús cerca de su casa de Vicálvaro para ir a trabajar. Eran las siete de la mañana. No llegó a tomarlo porque un coche la atropelló en la acera. Mientras esperaba para cruzar por el paso de peatones hacia la parada, un turismo se llevó por delante el semáforo y la arrolló. La mujer, sexagenaria según los vecinos, murió en el acto. El conductor, un hombre de alrededor de 20 años que dio negativo en el control de alcoholemia, declaró a la Policía Municipal que había perdido el control de su Renault Mégane.

María es la quinta víctima mortal por atropello en este año en la capital
El conductor le dijo a la policía que había perdido el control del coche
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La calle de Casalarreina, donde se produjo el atropello, es una amplia avenida con dos carriles para cada sentido y una mediana de unos 20 centímetros de alto adornada con árboles. El lugar del suceso está en una ligera curva que, en ningún caso, altera la visibilidad de los conductores.

"¡Sí, era María, la del 4º B!", exclamaban los vecinos al conocer la noticia, y se echaban a llorar. Cuentan que ella vivía junto a su marido, Ernesto, en el número 24 de Casalarreina. Tenían un hijo y una hija. Habían nacido en Villaconejos y se mudaron a Vicálvaro hace más de 30 años.

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Él trabaja por las noches de conserje en un garaje de la Castellana y le queda un año para jubilarse, según algunos de los que se acercaron al lugar donde murió la mujer. Ernesto, contaban, no falta nunca a su cita, a las ocho y media de la mañana, con el café en un bar de la calle de Calahorra, a escasos 70 metros de su casa. Ella prefería ayudar a una de sus cuñadas, que es modista, a coser. Entre punto y punto, pasaba las tardes. Por las mañanas trabajaba de asistenta en una casa.

Los vecinos aseguran que los coches suelen circular a alta velocidad por esta vía. "Van como locos. Ahora voy con el miedo en el cuerpo cuando cruzo por un paso de cebra", afirmaba Josefa Cardeñol, de 74 años, consternada por la noticia. Su hijo Vicente bajó sobre las 7.30 para ir a trabajar y se encontró a la mujer tirada en el suelo. "No me quiero ni imaginar lo que hubiera pasado de haber salido antes", decía Josefa con los ojos llorosos. Tanto el coche de su hijo, comprado recientemente, como el que estaba aparcado a su lado quedaron gravemente dañados en su parte trasera.

Los dueños de los negocios del barrio recordaban que los dos solían pasear muy a menudo por la zona. "María era bajita y regordeta, y siempre que pasaba por aquí me decía: '¡Deja de tomar el sol!", exclamaba Kety, dueña de una tienda de moda. "El Villa [apelativo con el que se conoce al marido] siempre viste impecable, con pantalones negros y camisa", comentaba Domingo, amigo de Ernesto y propietario de una droguería.

A mediodía aún se veían corrillos de vecinos, en su mayoría ancianos, que intentaban reconstruir el accidente sentados en bancos o mientras compraban el pan. Las últimas en enterarse fueron cuatro vecinas del bloque en el que vivía la mujer. Al saber la noticia, se les cegaron los ojos de lágrimas.

María es la quinta víctima mortal por atropello en este año en Madrid capital. Dos de ellas han muerto arrolladas en la acera. El 15 de enero, el conductor de un turismo mató a una mujer que esperaba el autobús en Vía Lusitana. El coche circulaba a gran velocidad, adelantando a otros vehículos de forma temeraria antes de derrapar, chocar contra un turismo, subirse a la acera y estrellar a la víctima contra una marquesina de la EMT.

En los últimos años, los atropellos con muertos o heridos se han reducido de forma paulatina en la capital. Según una portavoz de la Policía Municipal, en 2005 se produjeron 1.806, en los que murieron 28 personas. Al año siguiente hubo 1.696 atropellos con un balance de 30 fallecidos, y en 2007 hubo 23 víctimas mortales en 1.678 accidentes.

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