Cartas al director

Cuando las barbas...

Como modesto economista, sin tribuna en un diario, estoy asustado no sólo por la situación de la economía española, sino sobre todo por la deficiente percepción que existe de ello en la sociedad.

En estos años de crédito fácil y pelotazo inmobiliario, de crecimiento basado únicamente en el ladrillo, mucha gente ha vivido por encima de sus posibilidades, olvidando valores como el esfuerzo, el estudio, la constancia, el sacrificio... (Sí, ya sé, todo esto suena carca).

Es generalizada la creencia de que puedes dejar un empleo y siempre encontrarás otro en el que te pagarán más sin ...

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Como modesto economista, sin tribuna en un diario, estoy asustado no sólo por la situación de la economía española, sino sobre todo por la deficiente percepción que existe de ello en la sociedad.

En estos años de crédito fácil y pelotazo inmobiliario, de crecimiento basado únicamente en el ladrillo, mucha gente ha vivido por encima de sus posibilidades, olvidando valores como el esfuerzo, el estudio, la constancia, el sacrificio... (Sí, ya sé, todo esto suena carca).

Es generalizada la creencia de que puedes dejar un empleo y siempre encontrarás otro en el que te pagarán más sin necesidad de aportar nada especial, porque tú lo vales, porque tienes derecho. En mi opinión, la única receta para superar la delicada situación económica española pasa por trabajar mejor (no menos), con más implicación, con una mejora continua de la formación. Porque si no es así, si no nos implicamos en nuestro trabajo (sea el que sea), que, no hay que olvidarlo, es el que nos da de comer, el futuro de la economía española es muy negro, aunque ignorando los nubarrones la gente siga tirando de visa para viajar a Papúa-Nueva Guinea.

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