El 'monopoly' de las fortunas

Las grupos familiares se abren paso en plena crisis para comprar inmuebles

Las grandes fortunas tiran los dados. Y compran. Ante el parón obligado en el que se encuentran las inmobiliarias, el monopoly barcelonés es ahora terreno abonado para los grandes patrimonios y los fondos internacionales, que ven la oportunidad de ampliar su cartera inmobiliaria a precios mucho más atractivos que hace apenas un año. Los grupos Metrópolis y Hemisferio, así como las familias Rubiralta, Gallardo y Sumarroca han erfectuado inversiones en un año bastante anodino. A grandes fortunas catalanas pertenecen, además, los edificios torre Agbar, casa Batlló y Garriga Nogués. Su obje...

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Las grandes fortunas tiran los dados. Y compran. Ante el parón obligado en el que se encuentran las inmobiliarias, el monopoly barcelonés es ahora terreno abonado para los grandes patrimonios y los fondos internacionales, que ven la oportunidad de ampliar su cartera inmobiliaria a precios mucho más atractivos que hace apenas un año. Los grupos Metrópolis y Hemisferio, así como las familias Rubiralta, Gallardo y Sumarroca han erfectuado inversiones en un año bastante anodino. A grandes fortunas catalanas pertenecen, además, los edificios torre Agbar, casa Batlló y Garriga Nogués. Su objetivo, reunir un patrimonio a largo plazo.

Metrópolis ha comprado ocho inmuebles de pisos a Renta Corporación
Los edificios torre Agbar y casa Batlló son propiedad de grandes fortunas
Los Sumarroca y los Gallardo han entrado en el negocio hotelero

Los inmuebles llevan nombres y apellidos. Los de José Manuel Lara, propietario de Grupo Planeta; Antonio Vila Casas y Santiago Oller, ex accionistas de Almirall; el hotelero Jordi Clos; el publicista Lluís Bassat y la empresaria Carmen Godia. A todos ellos, añaden fuentes del sector, se añaden otros family offices (oficinas familiares) mucho más discretas como los Bernat (fundadora de Chupa-Chups), Puig y Costafreda.

Las grandes fortunas que invierten en edificios no suelen dedicarse al sector inmobiliario, sino que es una forma de obtener rendimientos de su dinero. "Sus ingresos proceden en la mayoría de ocasiones de la industria. Son familias que venden su empresa, con lo que obtienen liquidez, o compañías que quieren reinvertir sus ganancias en otros sectores", explica el director de Inversión de Aguirre Newman, Xavier Güell. Se estructuran como family offices, una fórmula para canalizar las inversiones familiares que puede ser colectiva. No obstante, pueden articularse también a través de otro tipo de sociedades.

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Estos patrimonios no sólo invierten en edificios. "Distribuyen las inversiones en renta fija, variable e inmobiliaria, y no lo concentran en un territorio. Van mucho a Europa del Este, y los más arriesgados se atreven con China e India", afirma Montse Rius, analista de Riva y García. Sus preferencias son los edificios de oficinas, que alquilan a empresas, pero también compran viviendas y locales comerciales.

Fuentes del sector explican que una de las sociedades más activas ahora es Metrópolis, de la que forman parte Vila Casas, Clos, Bassat y Godia. Y no sólo en Barcelona: despidió 2007 con la adquisión de un inmueble junto a la Ópera de París y arrancó 2008 con la compra de dos edificios de Aisa en Madrid. El grupo hizo caja antes del pasado verano al desprenderse del 10% de Landscape, antigua filial inmobiliaria de Banc Sabadell, y de un paquete de 27 edificios residenciales. Este año ya ha comprado a Renta Corporación ocho inmuebles de viviendas en el centro de Barcelona por alrededor de 30 millones de euros.

Las mismas fuentes explican que prueba de la oportunidad que ven las family offices en adquirir inmuebles es que Lara (Hemisferio) ha regresado con la compra del 192-198 de Aribau por 55 millones. Tras deshacerse de la casa Lleó Morera hace dos años, Lara se había mantenido bastante apartado del sector. También los Rubiralta vieron su oportunidad cuando compraron, junto a Comsa, el emblemático proyecto Distrito 38 a Habitat por 50 millones.

Si estas sociedades se constituyen en family offices es, además, por cuestiones operativas. "Si invierten conjuntamente es para planificar fiscalmente, por ejemplo, cuestiones de sucesión. En una de estas estructuras pueden participar cuatro o cinco familias", asegura el abogado de Landwell-Pricewaterhouse Coopers y experto en empresa familiar, Ramón Santos.

Algunas de estas fortunas apuestan por edificios emblemáticos por notoriedad. La sociedad Azurelau, de Vila Casas y Oller, posee la torre Agbar de Barcelona, y los Bernat, la casa Batlló, de Antoni Gaudí. Otro ejemplo es la casa Garriga Nogués, del arquitecto Enric Sagnier, antigua sede de Enciclopèdia Catalana y hoy de la Fundación Godia. También familiy offices de fuera de Cataluña invierten en la capital catalana. Uno de ellos es Amancio Ortega, fundador de Inditex, que se ha hecho con dos inmuebles del paseo de Gràcia, o los inmobiliarios Monteverde, que compraron la antigua sede de Banesto.

El segmento favorito de estas familias es, no obstante, el hotelero. "Ahora les gusta mucho porque les permite tener un activo que se va a revalorizar y, además, hacer negocio", señala Santos. Las familias Sumarroca (Teyco) y Gallardo (Almirall) han puesto su pica en el sector. Pero quien ha realizado dos operaciones sonadas es la inversora andorrana Maria Reig. Su edificio de paseo de Gràcia albergará un hotel Mandarín Oriental, y el de Francesc Macià, antigua sede de Winterthur, estará gestionado por Marriott.

Interior de la casa Garriga Nogués, que hoy alberga la Fundación Godia.MARCEL·LÍ SÀENZ

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